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martes, 24 de agosto de 2010

ESPOSA BLANCA, ESCLAVA EN AFRICA (X)

Esclava Blanca en África X


Como un sueño

Unos minutos después aparecieron las dos esclavas jóvenes que ya conocía. Me levantaron del suelo y me ayudaron a salir del establo.

Caminamos por una especie de jardín hacia una choza de madera y cáñamo. Era como media mañana y el sol empezaba a calentar, había perdido totalmente la noción del tiempo, me parecía que llevaba ya meses en aquella tierra y mi cuerpo de esclava empezaba a identificarse con su trato. A veces sentía que necesitaba más castigo, sin el me sentía inactiva, como inútil. Sacudí al cabeza tratando de quitar esos pensamientos de mi mente.

Entramos y la estancia era bastante agradable, una enorme bañera de hierro rebosante de agua con espuma y perfume me llamo la atención, las chicas con suavidad me llevaron hasta ella y me introdujeron dentro.

Echaron una especie de esencias y líquidos y note una enorme mejoría en mi maltrecho y maltratado cuerpo, ellas mismas se desnudaron y entraron dentro de la bañera.

Empezaron a acariciarme y a pasarme unas suaves esponjas por todo el cuerpo, lavando mi pelo, mi sexo en el que note se detenían las dos con delicadeza empezando a producirme una agradable sensación de placer.

Una vez me hubieron limpiado bien a fondo pero con gran ternura y delicadeza las dos se dedicaron a acariciar y besar cada parte de mi cuerpo, en un momento determinado una de ellas me miro fijo a los ojos, tenia unos enormes ojos negros, y avanzando muy despacio, empezó a besar mi boca.

Yo nunca había sentido algo así, aquella joven y suave boca buscaba mis labios y su lengua trataba de abrirlos, algo que enseguida consiguió. Su lengua se introdujo en mi boca y rebusco pro cada rincón mientras la mía también se activaba y pronto ambas estábamos unidas por un profundo beso.

Mientras la otra chica había ahuecado mis piernas y se detenía con delicadeza en mi sexo, donde pronto su boca empezó a chupar mi clítoris y labios, logrando entre las dos hacerme llegar a un estado de placer y satisfacción increíbles.

Hubiera dado lo que fuera para que aquello siguiera durante horas, pero con suavidad una vez lograron arrancar de mí un par de orgasmos, las dos jóvenes salieron de la tina y tras recoger sus ropas abandonaron la estancia.

Me quedé relajada, disfrutando, de aquella sensación de aquel placer generado por aquellas hermosas jóvenes cuya piel negra yo también disfrute, aunque ellas eran las que dominaban la situación, me gustaba ser dominada en todos los aspectos.

Se abrió la puerta y apareció mi amo. Por un momento mi placer, mi relax se volvió tensión y miedo.

"No temas zorra…" me dijo con voz melosa "también tengo un lado sensible y es ahora el tiempo de probar a mi puta esclava como una autentica mujer" se desnudo y se metió en la tina conmigo.

"Después del placer que te han dado mis zorritas, imagino que estarás receptiva a sentir a un buen macho como yo ya aportarte como una autentica hembra" y se acerco a mi acariciando y besando mi piel.

Como ya había dicho, mi amo a pesar de parecer un hombre mayor, gozaba de un magnifico aparato que ya estaba en plenitud. Me hizo un gesto para que mi boca tomara contacto con aquel pene y sin rechistar lo introduje en mi boca. El mientras acariciaba mis tetas y mi cuerpo.

"Sin duda sabes hacer disfrutar a un hombre del sexo, y estoy logrando hacerte una buena esclava física, con lo cual cuando vuelvas a tu mundo, tendrás un gran futuro como puta esclava y podrás vivir tu y tu amo de lo que has aprendido y perfeccionado aquí" me decía mientras yo seguía mamando bajo el agua y el me acariciaba.

Con una suavidad que me sorprendió, cogió mi cabeza y retiro mi boca de su enorme pene, me hizo poner a cuatro patas apoyada sobre el borde de la tina y con una suavidad increíble me penetro de un solo golpe hasta hacerme sentir sus testículos entre mis muslos, mientras me acariciaba y besaba la espalda.

"Una buena esclava como tu, también merece unos momentos de placer y sexo agradable como premio por su entrega y dedicación, pero aprovéchalos pues aún antes de volver a tu mundo, deberás pasar algunas duras pruebas más" y siguió empujando con ternura pero con firmeza, haciéndome sentir su enorme aparato dentro de mi sexo, llenándolo por completo.

Me bombeó durante largo rato, incluso me hizo volverme y tumbada sobre la tina me levanto las piernas para ensartarme más profundamente y poder ver mi cara de placer y disfrute. Yo también le miraba, era un hombre atractivo y guapo a pesar de aparentar ser mayor, y sus profundos ojos me imponían respeto pero también seguridad.

Me hizo un gesto de que me acercara a su polla una vez la saco de mi coño, y me imagine que llegaba el final. Efectivamente un enorme chorro de leche inundo mi boca casi atragantándome, pero el me obligaba a seguir con su aparto dentro de mi boca "traga, trágate toda esta leche, que sin duda disfrutaras de ella". Así lo hice, hasta que sus espasmos se detuvieron, y entonces con tranquilidad el salio del agua.

No había visto a las dos jóvenes que ahora con un taparrabos esperaban con una especie de manto al hombre que salía del baño y al que cubrieron con él, luego le acompañaron a la salida de la choza y volvieron junto a mi.

Me ayudaron a salir del agua, me secaron y perfumaron y me vistieron con un taparrabos de cuero y unas cintas del mismo material que ataron por debajo y alrededor de mis pechos, uniéndolas por detrás de mi cuello, como en forma de sujetador pero con los pechos al aire.

Me pusieron unas sandalias también de cuero y después me ayudaron a salir fuera.

Caminamos hacia una especie de prado donde pastaban algunos caballos, vi entonces a mi amo, sentado como en un trono de madera, con esclavos a su alrededor que le abanicaban y procuraban sombra con unas sombrillas de colores.

A su lado estaba el capataz, con un taparrabos de cuero, botas de montar y el temido látigo de cuero en su mano derecha.

Las jóvenes me acompañaron ante mi amo.

"!arrodíllate ante él¡" me grito el capataz haciendo restallar el látigo en el aire.

Así lo hice y mi amo se levanto, se acerco a mí y me hizo levantar.

"Ha llegado el momento de tus últimas pruebas como esclava y de esas últimas pruebas se encargara mi capataz." Sentí una gran angustia.

"Desde este momento el pasa a ser tu dueño y tu su propiedad, yo ya no ejerceré ningún tipo de control ni dominio sobre ti, ni para bien ni para mal, y hasta tu regreso a tu lugar de origen, el acabará el entrenamiento y trabajo pactado por tu autentico amo y señor que te trajo aquí para ello."

Hizo un gesto y por fin pude ver a Hans, junto a sus dos amigos que estaban filmando.

Hans llevaba un pantalón corto vaquero, una camisa caqui un enorme sombrero de ala ancha con botas de montar. Me hizo un gesto con la cabeza.

"Bien, llego ese momento" mi amo, cogió mi mano y se dirigió al capataz "es tuya, termina sin ningún tipo de restricciones el trabajo para el que estas preparado" y me hizo inclinar ante el capataz.

Este sonrió, hizo una inclinación de cabeza a su jefe y cogiéndome del brazo me llevo al centro de la pradera. "Ahora si nos divertiremos" me dijo entre dientes.

Hizo un gesto y una de las jóvenes le alcanzó un collar de cuero, una especie de capucha con un agujero en lo alto y una larga cinta de cuero.

La propia joven me coloco la capucha con abertura solo para mis ojos y nariz, y por cuyo orificio superior saco mi pelo en forma de cola de caballo.

Después me colocó el collar de cuero que unió por una trabilla a la cinta de cuero, cuyo extremo entrego al capataz. Este extendió la mano, y la otra joven le dio una especie de consolador terminado en una cola de caballo, con unas cintas a los lados.

Mientras una de las chicas sujetaba las riendas, el me hizo inclinar y se parándome la nalgas, me escupió en el agujero del culo, después sin avisar me enterró de un solo golpe la cola de caballo, haciéndome gemir de dolor, fijo las cintas por delante de mi pubis y me hizo levantar.

Entonces sin mediar palabra le vi coger dos campanillas terminadas en unas pinzas dentadas que sin miramientos colocó en mis pezones causándome un gran dolor notando como desgarraban mis areolas. Sonrió satisfecho al ver me gesto de dolor, tras comprobar que las pinzas habían quedado firmemente sujetas a mis pezones con un movimiento de tirón.

"No diré las cosas mas que una vez" me dijo tirándome del pelo"empieza a correr a trote ligero en círculos a la distancia que yo te marque de la cinta, como una buena yegua" y me dio unas palmadas en el culo.

Así lo hice y me vino a la mente la imagen de los caballos en los picaderos cuando corren en círculo para su entrenamiento, se iniciaba una nueva fase de mi entrenamiento. Estaba entretenida en mis pensamientos cuando oí retallar el látigo y su punta golpeo con fuerza mi espalda.

"Corre mas puta yegua, quiero que luzcas tus capacidades" mientras yo corría en circulo y mis pechos votaban y saltaban desbocados, el látigo seguía restallando y alcanzando mi espalda y glúteos, haciéndome seguir un ritmo de carrera que empezaba a agotarme.

Hacia ya tiempo que había perdido mis sandalias, por lo cual mis pies estaba también magullados y doloridos por el esfuerzo y la tierra.

El ritmo cada vez era más rápido y los latigazos más duros y seguidos, mi espalda y nalgas estaban de nuevo al rojo.

Pasados unos minutos me hizo parar y me indico que levantara las rodillas hasta la vertical alternativamente. Así hube de dar varias vueltas a su alrededor, mientras los presentes aplaudían y jaleaban.

Me hizo detener y en medio de todos ponerme a cuatro patas. Me colocó entonces un bocado con unas cinchas y agarrándolas se sentó sobe mi espalda tirando hacia atrás de ellas.

"Camina sin derrumbarte pues si lo haces recibirás 25 latigazos sin piedad."

Trate de mantener su peso mientras caminaba y el me daba en los costados con las botas, pero inevitablemente mi aguante tenia un limite y caí a tierra.

"levántate zorra" me dijo tirándome del pelo.

Una vez en pie me hizo separar las piernas y poner los brazos en mi nuca para evitar que el pelo tapara mi espalda.

"serán 25 gloriosos latigazos que espero cuentes en voz alta"

Uno a uno y cantados entre gritos y sollozos los 25 latigazos más duros y espeluznantes que había recibido desde mi llegada fueron cayendo sobre mi espalda, que note húmeda por la sangre que alguno de ellos me provocó.

Después volvió a hacerme correr en circulo a su alrededor, acortando o alargando la cinta con la que me guiaba, haciéndome tropezar con sus tirones hasta caer agotada al suelo.

Entonces me ato las muñecas y los tobillos, y me dejo en medio del prado a pleno sol mientras todos se retiraban a una sombra cercana donde bebieron y comieron sin prestarme atención.

Me sentía desfallecer y me parecía estar viviendo un sueño, lleno de dulzura y placer hacia tan solo unos minutos, y ahora como un animal tirada a pleno sol, mientras mi espalda en carne viva sangraba y mi cuerpo me sorprendía pidiéndome más castigo, necesitaba la acción de sentirme maltratada, mi cabeza empezaba a dolerme.

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