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jueves, 31 de diciembre de 2009

TODAS MIS FANTASIAS EN UNA NOCHE

Habíamos quedado en el centro de la ciudad sobre las nueve de la noche, aquel viernes mi marido debía terminar algunas cosas en el trabajo y habíamos quedado a cenar con un ejecutivo de su empresa que hacia unas semanas había llegado desde USA a la ciudad.

Hacía exactamente una semana que mi marido me lo había presentado en una cena de trabajo a la que asistimos las esposas de los empleados con motivo del final de campaña.

Se llamaba Richard y me impresionó, negro muy oscuro pero con un tono caoba precioso, casi 1:90 de altura, yo mido 1:75 al igual que mi marido, y ojos muy negros con una profunda mirada.

Hablaba bastante bien el castellano y la verdad es que desde que le vi en la cena, me llamó la atención. Después de cenar hablamos un rato y me dijo que era de Bahamas y estaba aquí para completar un training en la empresa de mi marido. Bailé con el algunas piezas y nos despedimos, pensando en que no volveríamos a vernos, pues estaría tan sólo unas semanas en la ciudad y no existía ninguna razón para volvernos a encontrar.

Hacía un par de días que mi marido me había comentado que ese sábado Richard le había pedido quedar a cenar para hablar de unos temas de promoción, pero le había pedido que me llevara a la cena y luego podíamos enseñarle la ciudad de noche.

Mi marido se sintió halagado por la petición y cuando me lo dijo yo me sentí nerviosa y excitada, pues no había dejado de pensar en aquel hombre desde que le conociera unos días antes.

Así que allí estaba yo, acabando de arreglarme poniéndome lo más sexy posible pues aunque mi marido no me lo dijo claramente parece que el tipo era un cargo importante en la central americana, y dispuesta a pasar una agradable velada junto a mi marido y Richard.

Tengo 43 años, mi marido 48, y la verdad es que me conservo muy bien, muy buena dice mi marido. Aquella tarde decidí ponerme de ropa interior un conjunto súper calado azul cielo que mi marido me había regalado por mi cumpleaños hacia unos meses con el sujetador un tanto minúsculo sin tirantes lo que realzaba mis pechos que son de tamaño medio y bien conservados, y el tanga del conjunto era apenas un triángulo que tapaba mi depilado coño con una tirita que se metía en mi culo.

Me puse encima un vestido negro de raso que mi marido también me había regalado, con falda media y aberturas en los lados casi hasta la ingle con un escote en barco mantenido por dos finos tirantes y con unos zapatos azules, a juego con mi ropa interior, de tiritas de tacón alto.

Esa mañana había ido a la peluquería y me había dado un, masaje, por lo cual me sentía en magnífica forma y tonificada.

A las 9 en punto me acercaba al lugar de la cita, mi marido había quedado en reunirse en el restaurante con nosotros una hora después, y yo había querido tener el gustazo de disfrutar de Richard a solas al menos durante una hora.

Despacio recorrimos la ciudad y le fui enseñando lugares típicos y monumentales, aunque noté que no apartaba sus ojos de mí en todo el recorrido.

Hablamos de muchas cosas y por desgracia pronto pasó la hora y llegamos al restaurante.
La verdad es que durante el paseo me sentí orgullosa de ir acompañada por aquel enorme negrazo, que llevaba unos pantalones blancos y una camisa azul celeste, lo que resaltaba más su negra piel, para envidia de algunas mujeres que lo miraron admiradas.

Al llegar al restaurante también llamó la atención. Aunque una servidora también levantó algún signo de admiración.

Cuando llegó mi marido nos habíamos tomado ya un Martini cada uno, al estilo americano, pues le dijo al camarero que se lo pusiera así. Durante la cena ellos hablaron de algunos temas de trabajo, pero Richard no paraba de mirarme, estaba situado a mi derecha frente a mi marido que estaba a mi izquierda. Hablamos de muchas cosas y no sé por qué salió el tema del atractivo para las mujeres blancas de tener relaciones con hombres negros y viceversa. Yo soy de piel bastante blanca y castaña clara, aunque en verano me pongo enseguida muy bronceada. Hablamos entre risas del tamaño del aparato de los negros, y yo defendí también entre bromas el tamaño del de mi marido que la verdad es bastante grande y ancho.

Terminamos de cenar y decidimos ir a un pub a tomar una copa, pero según pasábamos vimos un Club de dancing, a mí me encanta bailar aunque a mi marido no, y le pregunté a Richard si le gustaba bailar "¿Bromeas?", me dijo, "en nuestra zona aunque yo viva en USA el baile es algo obligado, lo llevamos en la sangre, así que por mí no hay problema". Entramos y el local estaba compuesto de dos niveles uno para música dance y otro para música lenta. Decidimos tras pedir unos cubatas en la barra ir a la zona de Dancing y rápidamente salí a la pista donde había varias chicas de diferentes razas bailando con algunos chicos. Richard se puso a bailar conmigo y pronto las demás chicas lo miraban con envidia pues bailaba francamente bien y con mucho estilo.

Mientras tanto mi marido se tomaba el cubata recorriendo el local. Tras una serie de bailes decidimos sentarnos y como era difícil hablar, Richard me sugirió irnos a la zona de lento. A mi marido le pareció bien, pues la música tan alta también le molesta.

Buscamos una mesa y nos sentamos. Lógicamente al revés que en la zona dance allí las luces eran muy tenues y la oscuridad predominante. Charlamos los tres un rato y mi marido me pidió bailar. Me preguntó qué me parecía Richard y le dije que magnífico, agradable, culto, atractivo.

Mi marido se sonreía. Tras dos o tres bailes, vino Richard "lo siento pero ahora me toca a mí" dijo sonriendo y mirándome con aquellos ojos profundos que me hicieron estremecer. Me cogió por la cintura y yo al principio puse los brazos tratando de mantener una cierta distancia, pero tras unos segundos, decidí que no debería ser tan mojigata. Me preguntó muchas cosas y estuvimos bailando bastante apretados, yo la verdad es que me sentía muy protegida por aquel hombretón de casi dos metros que me rodeaba con sus brazos y notaba mis pechos apretarse contra su vientre, por la altura, mientras que en algún momento su pierna derecha rozaba suavemente mi entrepierna. Traté de no pensar en ello y pasados unos bailes nos sentamos.

Eran cerca de las 3 de la mañana cuando mi marido dijo estar muy cansado y que nos marcháramos a lo que yo le repliqué que era una grosería dejara a Richard solo, por lo cual Richard se ofreció a llevarme más tarde a casa si mi marido no tenía inconveniente. Él dudo un momento pero decidió que bueno, pero que no llegara muy tarde a casa. No obstante me dijo que en un par de horas le llamara para saber cómo estaba.

Cuando mi marido se marchó Richard me dijo de bailar otra vez dancing y nos traslados a la otra pista, estuvimos bailando bastante rato todo tipo de ritmos y ya cerca de las cinco de la mañana, me recordó que debía llamar a mi marido. Así lo hice y tras ello, me pidió ir a bailar lento. Había un extraño brillo en sus ojos y yo la verdad empezaba a estar un poco caliente, sola con aquel negrazo, con el permiso de mi marido, por primera vez desde que estábamos casados estaba fuera de casa a esas horas a solas con un tío como aquel.

Según empezamos a bailar comenzó a apretarme muy suavemente contra él y a pasear sus manos por mi espalda suavemente. Yo apoyé mi cabeza en su pecho y me dejé hacer. A veces sentía su pierna entre mis piernas como buscando activar mi sexo, y en algún caso pude notar en él un abultamiento a la altura ideal.

De pronto sus manos dejaron mi espalda y se posaron suavemente pero con firmeza en mis nalgas. Di un respingo y él me apretó más contra él mientras me decía al oído acariciando mis nalgas cómo había deseado este momento y que no esperaba que mi marido nos lo hubiera puesto tan fácil.

Desde que me conoció en la cena dice que estuvo soñando muchas noches con hacerme el amor, lo cual me puso súper caliente.

Pasados unos minutos me dijo que nos marchábamos a otro sitio más tranquilo.

Salimos a la calle y paró un taxi, le dio una dirección y por el camino, ante la envidia del taxista que nos miraba por el retrovisor, me besó y magreó todo lo que quiso incluso metió sus cuidadas pero grandes manos por dentro de mis bragas.

Llegamos a un edificio de apartamentos en las afueras. Pagó al taxista al que le oí por lo bajo decirme "bien te la va a clavar ese cabrón de negro... si fuera yo..." lo cual me puso aún mucho más cachonda.

Llamó al porterillo automático y habló con alguien en ingles, yo estaba lo suficientemente caliente como para preocuparme y tras cogerme por la cintura, cuando se abrió la puerta entramos en un lujoso hall y de allí al ascensor.

Apretó el botón del 15 piso y por el camino se dedicó a manosearme y besarme con detenimiento y sensibilidad, mientras yo me sentía en la gloria.

Cuando llegamos al último piso y salimos del ascensor, nos dirigimos a uno de los extremos del pasillo, llamó rítmicamente con los nudillos en la puerta y al instante se abrió dejando ver un lujoso apartamento." Te presento a Malcom" me dijo señalándome a un hombre un poco mayor que él pero también muy alto y atractivo. El hombre se aproximo a mí y cogiéndome dulcemente por los hombros me plantó dos besos uno en cada mejilla.

En un lado del salón otro hombre negro quizá más joven, charlaba con una pareja de chicas una negra, preciosa y otra de tez más clara pero con el cabello claro, que nos hicieron un gesto mientras entrábamos en un largo pasillo. Me cogió por la cintura y me achuchó mientras caminábamos hacia una doble puerta de madera. Al llegar la empujó suavemente y entramos en un amplio dormitorio con una enorme cama de agua cubierta con sábanas de seda azules. Miré a mí alrededor y el lujo era total. Al otro lado un gran ventanal dejaba ver una hermosa vista de Madrid de noche. Mientras me dejaba suavemente sentada en el borde de la cama, cogió el teléfono y habló algo con alguien.

"¿Te gusta?" me dijo dándome un beso en los labios. "Me impresiona" le contesté. Aquí vengo cuando vengo a España a pasar un rato con viejos amigos, luego te los presentaré con más tranquilidad y haciéndome levantar me cogió en sus fuertes brazos y me depositó en la cama.

Y allí estaba yo, en una habitación de lujo, frente a un enorme negrazo que me iba a desvelar el misterio del tamaño del aparato de los negros. Allí tumbada en la cama le miraba y me parecía aún más alto y fuerte ¡si todo lo tenía igual de grande...!

Se acercó despacio y poniéndose a mi lado comenzó a bajarme la cremallera del vestido que en un santiamén estuvo sobre la cama. Me miró de arriba abajo "eres preciosa y estas francamente bien... además me encanta hacer el amor con mujeres de piel muy blanca..." me dijo mientras me quitaba el sujetador. Luego comenzó muy despacio a besarme el cuello mientras sus enormes manos acariciaban mis pechos primero suave y dulcemente y luego con firmeza. Yo cada vez estaba más caliente, entonces subió hasta mi boca y me besó con pasión recorriendo con su lengua cada pliegue de mi boca y llegando casi hasta mi garganta.

Mientras tanto noté cómo deslizaba mi tanga entre mis piernas, se levantó y me observó allí completamente desnuda sobre las sabanas azules meciéndome en el colchón de agua. Comenzó a desnudarse, primero la camisa que dejó al descubierto un fuerte y musculoso torso aunque no exagerado, luego se desabrochó los pantalones y los dejó caer al suelo, pasó por encima de ellos y comprobé que lo que apenas podía ocultar su slip de color también blanco, trataba de luchar por salir.

Me hizo un gesto de que me acercara. Me puse de rodillas sobre la cama y me aproximé, intuí que quería que le quitara el slip y así lo hice. Me quedé pasmada, creo que aquello que apareció ante mis ojos mientras él sonreía satisfecho por la sorpresa, era una enorme y negra estaca de mas de casi 25 cm de largo por al menos 6 de ancho. Reluciente y circuncidada mostraba un glande brillante y violáceo que estaba pidiendo a gritos que lo chupara. Acerqué mis labios a su aparato y comencé a pasarle la lengua "así me gusta zorrita blanca" me dijo con voz suave "mámasela bien a tu jefe negro" aquello me excitó aún mas así que fui metiéndome aquel grueso aparato en mi boca hasta donde realmente pude mientras lo lamía y succionaba con mis labios.

Una cosa que le gusta mucho a mi marido es que le pase los dientes por el glande, y así se lo hice, se estremeció como una hoja, y me casi gritó que siguiera haciéndoselo, luego me fue empujando sobre la cama para quedar tendido boca arriba mientras yo con mi culo en pompa me apoderaba de aquella estaca que llenaba toda mi boca.

Llamaron a la puerta e hice ademán de dejarlo, pero él se semiincorporó y me sujetó fuertemente la cabeza entre sus piernas "sigue chupando..." me dijo con autoridad "Bien Marcos..." dijo a alguien "déjalo sobre la mesa". La puerta se cerro, pero él no me dejó abandonar mi trabajo "así me gusta... la mamas bien, sin duda tu marido tiene una buena mamona en casa... ¿se la has mamado a algún hombre mas?" me dijo. Hice un gesto afirmativo con la cabeza, recordando varias aventuras que he tenido a lo largo de mi vida "hombres afortunados sin duda.." dijo entre jadeos.

Aquello cada vez crecía más, o al menos a mí me lo parecía y mi boca apenas podía abarcarlo. Me retiró suavemente "¿Quieres una copa de cava?" me dijo levantándose con todo su aparato cimbreando brillando por mi saliva "Bien..." murmuré. Fue hacia la mesa y sirvió dos copas volviendo a la cama. Me ofreció una. "Cuando veo una mujer blanca que quiero follarme no suelo parar hasta conseguirlo y pocas veces me falla... y a ti cuando te vi en la fiesta me pareció que aparte de que eras un poco zorrita no me costaría mucho tenerte debajo..." y sonreía mirándome con franqueza a los ojos... yo no sabía qué decir, me estaba llamando puta y el caso es que me sentía como tal, pero el sueño de follar con un negro que tantas veces había tenido estaba haciéndose realidad por eso podía tratarme como quisiera siempre que me poseyera por todos mis agujeros, algo que sin duda iba a pasar de un momento a otro... terminó su copa y la dejó sobre la mesilla "venga putita..." dijo besándome suavemente " vamos a ver cómo aguantas las embestidas de tu jefe negro..." y colocándose un preservativo, se colocó sobre mí.

Comenzó a besarme los pechos y el cuello, mientras con su mano colocaba su enorme aparato en la entrada de mi más que chorreante coño, poco a poco noté cómo aquel vástago iba entrando en mí, y cuando llevaba un buen trozo, dio un envite final que me hizo dar un grito de dolor y placer "¿te duele... puta blanca?" dijo riéndose, "pues es sólo el principio" y siguió un frenético mete saca que a veces llevaba todo su aparato fuera de mi sexo para unas décimas de segundo después enterrarlo hasta los huevos en mis entrañas lo que me producía una explosiva mezcla de dolor y placer no pudiendo evitar el gemir como una loca...

Al principio el dolor me hizo hasta llorar, pero estaba dispuesta a disfrutar y sin duda el verme llorando le enardecía aún más, así que decidió ponerme a disfrutar y transformar esas sensaciones en placer. A cada empujón me decía más cosas como "así me gustan a mí las blancas... casadas, zorras y jodidas por un negro... y tú lo cumples todo" y "muévete puta blanca que los negros os hacemos disfrutar como locas, todas aunque no lo digáis os morís por una buena polla negra..." y cosas parecidas. Yo la verdad es que esperaba algo más suave pero me estaba dando tanta marcha que sólo me centré en disfrutar. Después de un larguísimo mete saca por fin se corrió entre fuertes gritos, mientras me apretaba con fuerza los pezones, me mordía el cuello y la boca y me decía lo puta que era y lo que le gustaba follarme...

Cuando se derrumbó sobre mí pensé que me aplastaba, entonces le dije que yo no había llegado, o no lo sabía después de aquella paliza física, y quería llegar. "Todas las blancas sois iguales " me dijo con sorna poniéndose de rodillas ante mí... dejáis lo bueno para después... y comenzó a magrearme el clítoris haciéndome llegar en un momento de una forma electrizante que me hizo gritar como una loca.

"Mámamela otra vez pequeña zorra" me dijo tumbándose y haciéndome colocarme sobre él con el culo en pompa... era insaciable. La verdad es que poco había bajado aquel pollón, por lo cual no cabía en mi boca. Aún quedaban restos de semen que tuve que limpiar con mi lengua aunque a mi marido nunca se lo he hecho.

Empecé mi trabajo y en eso estaba cuando sentí que se abría la puerta, traté de volverme pero él me sujetó la cabeza con fuerza sobre su aparto haciéndolo entrar unos centímetros más en mi boca y moviendo mi cabeza arriba y abajo como si me follara por la boca.

De pronto noté que alguien se ponía detrás de mí en la cama y unos dedos acariciaban mi coño y mi culo con suavidad haciéndome estremecer, no podía verlo pero esas manos eran de mujer.

Sentí un sudor frío al principio pero el placer que me iban dando me fue relajando mientras seguía trabajando el pollón de Richard, cuando alcancé mi primer orgasmo Richard me dejó levantar la cabeza y al volverme vi a la muchacha de tez clara, debía ser mulata, que me acariciaba. Me tumbé medio de lado en la cama y mientras Richard se apartaba un poco la chica empezó a acariciarme los pechos y a subir con su boca por mí estomago. Cerré los ojos y me dispuse a disfrutar de mi primera experiencia lésbica y todo en la misma noche.

Poco a poco fue colocándose sobre mi cuerpo y besándolo y acariciándolo llegó hasta mi boca. Sentí un escalofrío con su primer beso fugaz, un segundo beso algo más largo y con su boca entreabierta, dio paso a un tercero donde sin darme cuenta mis labios se abrieron para recibir su lengua lo que me hizo estremecer de placer y entregarme a un enorme y húmedo beso, al tiempo que ella recorría mi cuerpo y nuestros sexos se frotaban desesperadamente entre sí. Fue apoteósico el orgasmo al contacto con su sexo, y tras darme un larguísimo beso se levantó y besando a Richard se sentó sobre su estaca clavándosela hasta los huevos. Aún con espasmos de placer contemplé la montada y decidí participar besando a Richard con pasión.

Me encontraba pues inclinada sobre la boca de Richard que había cogido con sus manos mis tetas mientras la mulata cabalgaba arriba y abajo sobre su enorme aparato, cuando noté unas manos que me tomaban por las caderas y me levantaban el culo, unos segundos después otro enorme miembro penetraba, también con preservativo mi coño hasta el fondo y a cada envite mi cuerpo se lanzaba sobre Richard al que había dejado de besar y lamía su poderoso y reluciente pecho, él me mordisqueaba el cuello, mientras mi follador se empleaba a fondo en cada empujón haciéndome sentir la punta de aquel aparato muy dentro de mis entrañas, pronto el coro de gemidos de los cuatro fue creciendo y el ritmo acompasándose hasta que todos explotamos en un alarido orgásmico y nos derrumbamos unos sobre otros.

Pero estaba claro que allí el objetivo, la pieza a cobrar era yo, pues aún exhausta por el polvazo recibido noté otra vez cómo unas manos acariciaban mi espalda y mis costados y esta vez eran femeninas por lo que deduje que la negra que vi al entrar se incorporaba a la fiesta ya que la mulata se había vuelto hacia mí y besaba mi boca con ganas mientras Richard volvía a masajear mis pechos.

Los dos hombres se fueron retirando y allí sobre la cama quede yo a merced de aquellas dos lobas que buscaban arrancar placer y orgasmo de cada uno de mis poros recorriéndome con sus manos y sus lenguas por todos los rincones de mi cuerpo. Se alternaron en mi boca y comieron a dúo mi coño, me lamieron el culo y en unos minutos toda ensalivada fui objeto de sus caricias e incluso de algunos pellizcos en mis pezones que al principio me causaron dolor, pero que mezclados con los cuidados a mi sexo se convirtieron en una agridulce sensación de placer, luego me hicieron meter mi cabeza en sus negros, y totalmente depilados coños y jugar con sus labios y clítoris, en una incesante alternativa de las tres en la que yo ya formaba parte de aquellos cuerpos y de aquella excitación. Cuando nos corrimos varias veces cada una escuché cómo los hombres sentados en un amplio sofá frente a la cama rompían a aplaudir y jalear, mientras caíamos rendidas sobre la cama.

"Traerla aquí" dijo Richard a las chicas que me cogieron en volandas dejándome arrodillada ante él. Empezaba a amaneces detrás del ventanal, y yo estaba disfrutando en una noche de todo el sexo que no había disfrutado en mi vida, al menos de las sensaciones que había soñado o imaginado muchas veces y que ahora se hacían fielmente realidad.

Los otros dos hombres se levantaron del sofá y me hicieron levantar. Richard se tumbó boca arriba en el sofá y con cuidado los dos me encajaron frente a él sobre su de nuevo enhiesto vástago, cubierto con un preservativo, que fue entrando poco a poco en mi sexo casi en su totalidad, lo cual no me extrañaba pues estoy segura de que mi cavidad se había dilatado con aquellos aparatos.

Luego uno de los chicos, mientras observé cómo las dos hembras volvían a besarse y a jugar entre ellas en el suelo, se colocó tras de mí también con su enorme aparato cubierto con un condón, y me lo iba introduciendo poco a poco, obligándome a tumbarme sobre Richard que magreaba con rudeza mis tetas, mientras mordisqueaba mi boca, mis labios..., por último cuando el segundo hombre hubo acoplado todo su aparato en mi culo, y yo me sentía plena con aquellos dos miembros dentro de mí, el tercero se colocó frente a mí y esta vez sin preservativo me ofreció su no menos desdeñable aparato para que se lo mamara. Lo introduje en mi boca y por un momento me imaginé totalmente ensartada por mis agujeros cómo se vería desde fuera, como una auténtica puta blanca, como me llamaba Richard poseída por tres enormes pollas negras.

Richard comenzó a moverse y el empuje del hombre que estaba a mi espalda me indicó que debíamos sincronizarnos en el ritmo los tres cosa que en pocos segundos logramos ante la sorpresa de Richard: "eres la primera puta blanca que nos follamos, que coge el ritmo tan pronto... mamita tú debes llevar sangre negra, así, así, qué bien te mueves zorra..." dijo mientras empezaba a jadear. El que tenía la polla en mi boca me sujetaba la cabeza y empujaba con fuerza llegando hasta mi garganta pero lo suficiente como para no darme arcadas y en cambio llegaba a sacar casi totalmente su verga al retroceder... era un maestro de follar bocas, como luego me diría Richard.

El ejercicio fue largo y cansadísimo, no sé lo que duro, pero sin duda mucho más, como ya había notado antes con Richard, de lo que nunca han durado mis polvos con hombres blancos.

Casi se corrieron los tres a la vez y el que la tenía en mi boca tuvo el detalle de hacerlo fuera sobre mi cara aunque luego debí limpiarle los restos de la polla.

Era de día cuando terminó el jolgorio, o al menos eso creía yo. Miré el reloj, casi las 9 de la mañana. "Tengo que llamar a mi marido" le dije a Richard. "No te preocupes mi cielo, ya le llamé yo diciéndole que estábamos en una fiesta y que nos veríamos a la hora de comer, que no se preocupara por ti, que estabas en buenas manos"... y en buenas pollas, pensé yo.

Cuando se retiraron los hombres, las chicas me llevaron a un enorme baño con jacuzzi y nos metimos en él las tres. Era relajante y por un momento pensé en descansar e incluso en dormir un poquito, pero me di cuenta de que sería imposible cuando las dos comenzaron a enjabonarme con más intención de volver a disfrutar de mí que de asearme... y así fue, durante un largo rato disfrutaron de mi cuerpo en todos sus orificios y pliegues y yo del suyo. Por último sí nos dejamos llevar por el relax en el jacuzzi.

Me desperté dentro del agua. Las chicas no estaban, salí del jacuzzi y me envolví en una toalla, entré en el amplio dormitorio donde Richard, ¡era incansable el tío!, volvía a follar con la mulata, casi sin mirarme dijo "En el bar tienes de todo ponte una copa que enseguida estoy contigo..." y siguió a lo suyo.

Comprobé que cuando follaban entre ellos nunca usaban preservativo que sí se lo ponían cuando follaban conmigo. Me intrigo y pensé en preguntárselo después a Richard.

Me puse una tónica, pues a esas horas no me apetecía nada más y me senté en el sofá donde unas horas antes me habían poseído por mis tres agujeros a la vez por primera vez en mi vida observando el "espectáculo" de la cama. La verdad es que su forma de follar era diferente había ritmo, había sensibilidad, se notaba un algo especial... Cuando terminaron la mulata se levantó y salió del dormitorio mientras Richard aún con el pene medio duro y chorreando semen se acercó a mí y me beso en los labios... "¿lo estás pasando bien?" me preguntó quitándome la toalla... "eres preciosa y les has gustado mucho a mis amigos... y a las chicas... dicen que eres una bisex sin explotar pero que ellas se encargarán de hacerte disfrutar con su sexo..." y se fue al baño.

Me levanté así desnuda y fui al ventanal. Era un piso bastante alto en una zona residencial, un ático, y ahora veía la ciudad, despertando como un sábado más, en las terrazas cercanas se veía gente desayunando, sin duda era una zona de lato nivel, y no me importó estar desnuda, cuando un hombre que desayunaba en su amplia terraza miró hacia arriba y me vio. Iba a entrar cuando noté los poderosos brazos de Richard, aún húmedos por la ducha, que me rodeaban y besaban mi cuello "¡Para Richard!..." le dije tratando de soltarme, "déjame descansar... no puedo seguir vuestro ritmo..." dudé un segundo" al menos el primer día..." vi una luz de satisfacción en sus ojos "has sido una leona, me dijo, siéntate que nos traerán el desayuno enseguida".

Hablamos de varias cosas de mi impresión de que era la primera vez en una orgía, y todo sobre sexo. "Una pregunta..." le dije de pronto "¿por qué usáis preservativo conmigo y entre vosotros no?" le dije mirándole a los ojos..."Verás es sencillo, las chicas toman la píldora, cosa que no sabemos aún si tu haces, y aparte el grupo sólo mantiene relaciones a pelo entre nosotros, cuando invitamos o traemos a gente como en tu caso, siempre usamos preservativo por el tema del sida y en tu caso de no saber si tomas la píldora. Quien entra en nuestro grupo debe comprometerse fuera del mismo a mantener siempre relaciones seguras... si no no puede jugar con nosotros" me respondió. Serio e inteligente me pareció su razonamiento, disfrutar pero seguros a todos los niveles, sida y embarazos. Aquello me gustaba, y me sorprendía a mí misma con aquella afirmación.

Unos segundos después llegó la mulata con un delantal de sirvienta también negro y unos altos zapatos de tacón por toda vestimenta, la verdad es que tenía un hermosos cuerpo, se inclinó sobre Richard y le dio un beso en la boca mientras dejaba su bandeja del desayuno, luego se acercó a mí y tras besarme suavemente en los labios, dejó mi bandeja sobre la mesa.

"Es Linda..." me dijo Richard "es cubano-brasileña y se encarga de la limpieza y cuidado del apartamento mientras no estamos en la cama..." y se rió, mientras Linda se volvía y pude ver un hermoso culito con el típico ritmo sudamericano sobre aquellos altos tacones.

"Fuera de la cama cada uno ocupa un rol, tiene una función, un trabajo..." me decía mientras desayunaba: café, tostadas, fruta variada, un completo reconstituyente después de una noche de orgía," luego en la cama el que sea capaz de dominar impone su ley a los demás pero es algo natural y todos acabamos sincronizados en la búsqueda del placer, cada fin de semana solemos traer alguien nuevo, para renovarnos y al tiempo si es del agrado de todos y pasa el examen final, incorporarlo al grupo... y no es fácil entrar te advierto" dijo con una mirada penetrante.

Seguimos desayunando en silencio "examen final" pensaba yo. Estaría yo dispuesta... eso quizá sí, pero preparada para pasarlo.

"Y eso del examen..." empecé a decir..."tranquila..." me cortó él, "será dentro de un rato, cuando termines de desayunar, date una ducha si quieres y duerme un rato, yo te avisaré..." se dispuso a levantarse " si es que quieres pasarlo, claro..." me miró fijamente a los ojos..." Yo... no sé, sí..." balbucí "No te preocupes, descansa y cuando te avise me dices tu decisión, no pasa nada si no estas dispuesta y al menos tú y yo cuando venga a la ciudad, algo que ocurre a menudo, podemos seguir viéndonos y follando si tú quieres los dos a solas..." se levantó, me besó en los labios y salió.

Estábamos a mediados de Julio y el sol ya calentaba bastante aunque la orientación de la terraza aún permitía una agradable sombra, terminé el desayuno y tras ducharme, Linda me acompañó a otro dormitorio más sobrio aunque también lujoso donde descansar "Es el cuarto de los invitados, y tú eres nuestra invitada... aunque..." se paró y con la mirada la invité a seguir..."nos gustaría al menos a las chicas, que te quedaras..." me besó en la mejilla y salió.

Me quité la toalla y me tumbé desnuda sobre la suave cama no tardando en dormirme.

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