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jueves, 17 de diciembre de 2009

ESTRENANDO UNA CASADA (I)

ESTRENANDO UNA PUTA CASADA

Bien, la situación prometía, pues aunque en otras circunstancias con parejas, había realizado funciones de corneador con el cornudo de turno en presencia de su esposa, dadas las circunstancias esta vez el cornudo me ofrecía la posibilidad de disfrutarlo a solas sin su mujer, mientras le contaba como me la había follado hacia apenas unas horas en la misma habitación del hotel, e incluso con su olor todavía flotando en la habitación.

Pero primero tenía que tirarme a la puta de su mujer para lo que la había invitado a cenar en un restaurante exótico, algo que parece excitaba mucho al putón de turno según me había confesado su cornudo marido.

Aunque mi debilidad son las mujeres, no sé si me excitaba mas tener a aquella zorrita debajo durante toda la noche o hacérmela mamar unas horas después por su cornudo esposo e incluso romperle a él aquel culito virgen que en las fotos con un cierto toque femenino prometía un momento de sumo placer, dado por descontado que a la puta de su esposa se lo pensaba romper también, y más de una vez aquella noche, puesto que para mí una buena follada es la que utiliza todos los orificios de la zorra al menos una vez completa en la misma sesión.

Aunque como ya le había dicho a él por mail, hubiera preferido romperle el culo mientras ella le mamaba la polla y él le comía el coño a aquella zorra que se prometía como una autentica guarra en la cama según me habían contado.

La verdad es que las fotos no la hacían justicia aún siendo excitantes. Llegaba vestida totalmente de negro, con una blusa cerrada de terciopelo que resaltaban sus grandes y deliciosos pechos, que yo ya conocía por fotos de su complaciente marido, con unos pantalones negros ajustados que realzaban sus imponentes caderas y sobre todo hacían muy apetecible aquel culo bien formado con unas duras nalgas, tensas bajo la tela.

Estaba pues mucho mas buena y apetecible al natural que en las fotos y mis expectativas de una autentica noche de orgía con aquella dama se me hacían cada minuto más atractivas.

La cena transcurría con algunas insinuaciones por mi parte y un inicial comportamiento un tanto defensivo d la zorrita. Cada minuto que pasaba mas deseaba que aquella cena terminara y poder disfrutar de aquellos pechos, aún cubiertos por la ropa pero que me apuntaban descarados, o aquel cuello que besado debía romper todas sus defensas, o aquellos ojos profundos de color vede fangoso que completaban una mirada de dama egipcia misteriosa o aquella boca que mientras hablaba yo sentía devorando mi polla con avidez...

Antes de terminar se excuso para ir al servicio, lo que aproveché para contemplar sus caderas y su apetitoso culo mientras se levantaba de la mesa, haciéndome soñar en perderme en sus nalgas para luego encularla bien a gusto...

Aboné la cuenta mientras la esperaba y pude disfrutar de su cuerpo viniendo hacia mí, mientras la esperaba en la mesa...

¿Nos vamos? - le dije, mientras la ayudaba a ponerse el abrigo.
¿Dónde me llevas? - me dijo sonriendo con aquella boca que de solo verla mi polla se estremecía y mirándome con aquella profunda mirada...
¿Me acompañas a mi hotel? - le contesté mirándola fijamente a los ojos
Antes mejor tomamos una copa- respondió pasando delante de mí al llegar a la puerta del restaurante.

Yo rabiaba por tenerla en mis brazos, pero entendí que la noche era larga y había tiempo suficiente para disfrutarla. El cornudo de su marido me había dicho que no tuviera prisa que él se ocupaba de todo en casa y que con tal de que llegara a las cinco o seis de la mañana, era suficiente.

De acuerdo -le dije cogiéndola del brazo y dirigiendo nuestros pasos hacia un bar cercano.

Me sentía a gusto, un hombre negro como yo, atractivo, del brazo de una mujercita blanca, una zorrita blanca casada que iba a disfrutar en unos minutos del sexo sofisticadamente dominante que me gusta aplicarles en estos casos.

Ella que apenas había bebido en la cena pidió una tónica y yo un coñac.

Charlamos durante una media hora sobre diversos temas, literatura, música, y... sexo.

El haber ido a cenar pronto nos daba un magnifico margen, pues eran apenas las diez de la noche cuando salíamos del bar.

¿Cogemos un taxi?- le dije.

No, mejor vamos dando un paseo - me contesto enganchándose a mi brazo. La proximidad de su cuerpo me estaba poniendo a cien y cada vez que la miraba a los ojos notaba un pequeño estremecimiento en ella.

Tras un larguísimo paseo de apenas 15 minutos llegamos al hotel.

Fuimos directamente al bar, más que nada porque desde el era fácil acceder discretamente a las habitaciones y aunque me hubiera gustado lucir a aquella zorra casada ante el personal del hotel, ella misma me pidió discreción.

Yo pase por recepción a buscar la llave y me reuní de nuevo en el bar con ella, un último café... con canela para ella, y un cortado para mi, fue nuestra última consumición antes de que ella se consumiera de pasión entre mis brazos.

Mire el reloj, "solo las once menos cuarto" pensé recordando que la "tenia para mi hasta las seis de la mañana, por lo tanto nos quedaban más de seis horas de placer".

En el ascensor traté de besarla "Espera no seas impaciente, hay tiempo" me dijo apartándome suavemente.

El ascensor por fin se detuvo en la planta cuarta, le cedí el paso al abrirse la puerta no tanto por caballerosidad como por poder verla de espaldas nuevamente. Como adivinando mi deseo se quitó el abrigo lo que me permitió recrearme en sus prietas nalgas y sus largas piernas y aquellas caderas que muy pronto estaría acariciando.

Se detuvo un momento para preguntarme el número de la habitación "454" le dije y continuo andando. Al llegar a la puerta se paró a esperarme. Introduje la llave y tras encender la luz le cedí nuevamente el paso. Observó detenidamente la habitación mientras yo cerraba la puerta. Permaneció de pie de espaldas a mí y dejó el abrigo y el bolso sobre una silla.

Me acerqué despacio y suavemente empecé a acariciarle la espalda y el pelo, que retiré para empezar a besar su cuello. Ella se estremeció pero permaneció de pie. Entonces la fui volviendo despacio dejando mis manos deslizarse por sus brazos hasta alcanzar sus pechos y la coloque frente a mí. Ella fue a besarme pero mi intención era otra. La sujete con suave firmeza por los hombros y la hice arrodillarse ante mí. Debió pensar que quería lo primero que me sacara la polla y me la mamara, pero mi intención era subliminalmente hacerla entender quien mandaría a partir de ese momento y verla ante mí de rodillas, humillada y sumisa era mi primer objetivo. Hizo además de bajarme la cremallera del pantalón, pero con firmeza sujete sus manos y la hice volver a levantarse.

La hice ponerse de espaldas a mí y mientras volvía a besarle el cuello mis manos apretaron sin contemplaciones su tetas desde atrás atrayéndola hacia mí. Creo que podía ya sentir mi duro miembro en su culo, pero quería recrearme en aquellos momentos e sumisión y dominio.

Ella estaba ya jadeante y respiraba de forma entrecortada mientras yo seguía apretando mi polla contra su culo y amasando con fuerza sus tetas mientras mis labios besaban su cuello. La fui empujando poco a poco hacia la cama haciéndola inclinarse sobre ella.

Ella seguía aguantado mis decisiones, y me retiré unos pasos para contemplarla allí inclinada con el culo en pompa expectante y sumisa esperando mi siguiente paso. Me acerque y abarque sus nalgas con mis manos mientras con los pies le separaba las piernas. Una de mis manos se deslizo a su entrepierna que a pesar de la ropa se notaba ya caliente y húmeda, mientas ella seguía en aquella posición. Le acaricie a través de la ropa el coño y las nalgas despacio, recreándome, quería que ella se calentara hasta el extremo, quería tenerla dependiendo de mis caricias y maniobras, y quitarle muy despacio cada pieza de ropa, quería disfrutarla vestida y desnudándola poco a poco para después ya desnuda sentirla entregada a mí.

Suavemente mis manos corrieron por sus caderas y cogiéndola de los brazos la levante aún de espaldas a mí...

¿Te gusta? Le susurré al oído mientras volvía a besar su cuello...
Solo gimió y ronroneo.

Despacio le di la vuelta y posé con descaro mis manos en sus pechos mientras la miraba a los ojos, unos ojos profundos y brillantes de pasión y deseo, me acerqué despacio a su boca y empecé a mordisquearla mientras ella con los labios entre abiertos se dejaba hacer. La atraje hacia mí y al tiempo que empezaba a meter mi lengua en su boca, mis manos pasaron a magrearle las nalgas, mientras apretaba su pubis contra mi polla.

La hice inclinarse de nuevo ante mí de rodillas, mientras se deslizaba al suelo me miraba desde su posición sumisa como pidiéndome autorización para sacar mi aparto.

Estaba bien enseñada pues sabía lo que primero nos gusta a los hombres que nos haga una buena puta: una mamada.

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