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domingo, 11 de abril de 2010

COMPARTIENDO A MI ESPOSA (IV)

COMPARTIENDO A MI ESPOSA (IV)




En esto estábamos, ella desnuda a mi lado, no satisfecha del todo. Bajó su mano para encontrar mi verga que al contacto con ella comenzó a pararse.

En qué piensas, me preguntó. Ya sabes, en lo que hacen.......

Se levantó y se dirigió a la habitación contigua donde aún se escuchaban jadeos y risas.

Unos golpecitos en la pared había sido la señal de que podía entrar. Golpeó despacio y notó la puerta sin llave. Me hizo señas para que entrara con ella. Me tomó de la mano y entramos.

Los tórtolos estaban acostados. La cabeza de Erika en el pecho de Miguel. "Entrá cornudo", me dijo, "a ver si nos das una buena limpieza".

La concha de Erika estaba empapada. Ella lánguida dejó que la lamiera a mi gusto. Luego le tocó el turno a Miguel.

"A ver si hacÉs un buen trabajo, cornudo", repetía. Se me paró la pija como nunca. Mari se recostó al lado de Erika y se besaron con las lenguas.

Erika le preguntó: te le animaste?. Siiiiii, mi amor, y Alberto vio todo.

Erika me tomó la mano, y me preguntó: Te gustó?. Si, pero quiero verte a vos.

Ella se dirigió a Miguel: mi amor, tenemos que hacerlo para Alberto.

Mari dijo, si, yo voy a hacer café. No, exclamó Miguel eso es trabajo del cornudo.

Y entonces me mandó abajo a que les preparara café y licores. Mari me acompañó. Estaba excitada, me abrazó, me besó, ponía mi mano en sus tetas, quería que le chupara los pezones.

Mari, le dije, no te alcanzó con lo que te hizo tu hijo?. Con él lo hago siempre, quiero algo nuevo. Y entonces me preguntó directamente: te molesta si beso a tu mujer?. No, no me molesta, vamos, acompáñame que les llevo café, y llamá a tu hijo.

Lo hacemos entre todos. Nooo, casi gritó, no quiero que coja con tu mujer.

Sintiéndonos conversar en la cocina Marcos bajó y al ver a su madre desnuda besándome nos abrazó a los dos y nos llevó al living.

Se sentó, se quitó el jean y me ofreció la verga que pronto la metí en la boca. Me sacó con violencia, me dio vuelta y me hizo sentar sobre él.Sentí el vergazo en la entrada de mi ano. Le dije, me va a doler. Empujá como para evacuar. Así lo hice pero sentí dolor.

Tomá el paquete de manteca y tráelo, me ordenó. Me unté el culo con manteca y entonces si me entró la verga hasta los testículos. Sentí lo que había sentido Mari y me gustó. Me movía con gusto.

Así, puto, así cornudo, me decía Marcos, te voy a romper ese culo y después me cojo a tu mujer. Eres un loco le decía Mari mientras él le chupaba los pezones.

Siiiiii, repetía Marcos, tu hembra me tiene loco, déjame mami que la coja, déjame mami, por favor.

Bueno, hijo, vamos, la cogeremos entre los dos mientras Alberto mira, te gustará Alberto?.

Siiiiii, claro, dije, ya estaba caliente con mi pija erecta. Subimos casi corriendo al dormitorio.

Cerramos la puerta y en la penumbra los cinco cuerpos se entrelazaron. Marcos no había alcanzado a eyacular con mi mamada de manera que como un animal enardecido se abalanzó sobre Erika que acababa de recibir en la boca un rico polvo de Miguel.

Marcos la penetró en un instante y la hizo estremecer. Yo la besé y me transfirió a la boca una bocanada de semen que no había tragado. Mari besaba la cola de su hijo que se movía desesperado.. Miguel asistía complaciente a la hermosa cogida de su hijo y mi esposa, y a los besos que Mari y yo le dábamos a ella.

En un minuto el muchacho estaba listo. Profirió un gemido gutural, se arqueó y lanzó un polvo interminable en la concha de mi mujer que instantáneamente explotó en otro orgasmo, e irían como 5.

Luego me tocó el turno de siempre, lamer los restos de semen que surgían de su vagina. Creo que esa noche me alimenté opíparamente. Me levanté junto con Marcos y tomados de la cintura fuimos a la toilette. Miguel nos siguió.

Quieren que los bañe, les pregunté y abrí los grifos de la bañera. Métete adentro cornudo, me dijo Miguel, te vamos a mear todo. Temblé de emoción y gozo. Entonces ambos descargaron una larga meada en mí, en todo mi cuerpo y cuando me mojaron la verga, ésta casi explotó en un orgasmo pero sin hacerme eyacular más que algunas gotitas de semen.

Ahhhhhhhh que delicia, que polvo hermoso, humillado como buen cornudo me hicieron sentir todo lo que buscaba, llenarme de suciedad.

Les froté bien el cuerpo con las esponjas que había y padre e hijo intercambiaron miradas de complicidad.

Yo creí que se molestarían pero me di cuenta que lo habían planeado.

Los sequé cuidadosamente, sobre todos los pies que lamí gozoso. Luego fui al dormitorio de Erika, y ella y Mari estaban confundidas en un abrazo.

Cuando Mari vio que trababa se separó y le separó las piernas a Erika, diciéndome: aquí la tienes, disfrútala.

Con el recuerdo de los polvos que le habían echado los dos machos se me paró muy bien la pija y lubricada como estaba la concha la recibió con dulzura. En un par de minutos y en un beso pude eyacular bastante y me dio por fin el gusto de mi vida, con mi mujer al lado de su amante, pero no de un hombre, sino de una mujer tentadora. Que ironía, verdad?

Seguiré con lo que sucedió la noche siguiente en una segunda parte de mi historia.

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