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martes, 6 de abril de 2010

LA VENGANZA (IV)

LA VENGANZA (IV)



Cuando entró la encontró en el salón de la casona, se había recompuesto y al verle llegar le pidió por favor que la dejara marchar, "Ponte de rodillas y pídemelo" le dijo Francesc desabrochándose la hebilla del cinturón, ella le obedeció y le imploraba que la llevara a casa de pronto Francesc le soltó un bofetón que la hizo caer al suelo, lentamente se fue quitando el pantalón, mientras ella se arrastraba hacia la puerta "déjame ir, por favor, no me hagas nada..."

Despacio sin prisa Francesc se acercó a ella y cogiéndola del pelo la hizo levantar mientras con la otra mano se quitaba el pantalón "bájame los calzoncillos zorra" le dijo obligándola a arrodillarse de nuevo ante el..."con la boca".

Jenny acercó su boca a la prenda y empezó a tratar de bajarla, algo muy difícil, y menos sin su experiencia.

Fue a ayudarse de las manos, pero Francesc le golpeó con el cinturón, que ya se había quitado, en la espalda mientras le decía que se pusiera las manos a la espalda.

A duras penas y mientras el la tiraba del pelo fue bajando el calzoncillo hasta dejar libre la polla mas que erecta de Francesc. "Chupa puta" le dijo dándole otro tirón de pelos, "espero que en estos dos años hayas aprendido ya a mamarla, ¿recuerdas la otra vez? " y le dio una sonora bofetada, a continuación le arrancó literalmente la blusa y algunos botones volaron por el aire, y levantándola por el pelo un momento la obligo a ella a quitarse la falda, volviendo a empujarla al suelo ante él..

De pronto la tiró el pelo y casi a rastras la llevó hasta un sillón grande donde la tiró boca abajo.

Ella no se movió y seguía llorando y pidiendo clemencia, pero Francesc la iba hacer pagar esos dos años deseando encontrase con ella, y ahora se había cumplido su deseo.

Se colocó tras ella y separándole bruscamente las piernas la hizo poner a 4 patas apoyada sobre los antebrazos en el sillón.

La vista era impresionante, aquel culo y aquel peludo coño convulsionándose por el llanto de aquella zorra que pedía que no la penetrara, aunque aquel cuerpo estaba pidiéndole que los penetrara sin contemplaciones.

Sin duda ella esperaba que la follara por el coño, pero Francesc tenía otros planes, así que se colocó tras ella y en un rápido movimiento le abrió con ambas manos las nalgas y de un sólo golpe le colocó su polla en el culo, haciéndola dar un grito aterrador mientras se retorcía tratando de zafarse, pero el ya estaba sobre ella y la inmovilizaba contra el sillón mientras, tras notar la resistencia de su esfínter a recibir su polla y romper esa resistencia entre los alaridos de Jeny, la bombeaba sin piedad notando como sus cojones golpeaban sobre el coño de ella en cada envite y notando un liquido caliente, sin duda sangre, que lubricaba aquel agujero y facilitaba la penetracion cada vez mas profunda de su polla.

Cuando estaba a punto de correrse la hizo levantarse y haciéndola volverse le metió la polla en la boca, hasta la garganta, entre las arcadas de ella.

El sabía que ni con su marido era capaz de tragar, ni siquiera probar el semen, por lo cual espero justo hasta ese momento para empujándole la cabeza contra el sillón bloquearle la reacción de huida y corriéndose en su boca provocándole una serie de nauseas y arcadas pero haciéndola tragarse una gran cantidad de su leche, para los últimos restos terminarlos en su cara y su pecho.

Luego le quitó al ropa interior con sendos tirones rompiéndosela y cogiendo un collar de perro y su cadena correspondiente se los colocó y tomando la correa la llevó totalmente desnuda hasta el patio exterior de la casa.

De allí llegaron al establo donde Rogelio había colocado una serie de cajones en el centro y desde una viga colgado unas esposas de cuero. Francesc la hizo subir a los cajones ayudada por Rogelio que aprovechó para magrearle sin compasión las tetas el coño y el culo.

Francés la miró detenidamente mientras Rogelio la elevaba unos centímetros tirando de una cuerda unidas ambas muñecas de cuero.

Le gustaba ver aquella piel blanca suspendida de la viga, a su disposición, cuando su látigo de nueve colas actuara, imaginaba la belleza de las tiras rojas sobre la piel blanca y seguro que sus gritos de dolor le sonarían a música celestial.

Pero eso sería después, se volvió hacia un lado del establo y cogiendo una manguera le hizo un gesto a Rogelio, éste abrió la llave situada al extremo de la misma y un caudal enorme el agua salió por la boca de la manguera.

Rápidamente francés apuntó al cuerpo de Jeny que no esperaba tan potente chorro de agua, se agitó, gritó pero Francesc siguió con fuerza apuntando el chorro sobre aquel cuerpo suspendido de la viga del techo. La potencia del chorro hacia bambolearse el cuerpo hacia adelante, hacia atrás, a la derecha, hacia la izquierda, en función de la dirección en la que Francesc apuntaba la manguera.

Era excitante ver el cuerpo de aquella hembra a merced del agua y de las intenciones de Francesc.

Cuando se hubo divertidos suficiente, decidió pensar el siguiente paso, teniendo en cuenta que debía dejarla volver a su casa esa noche. Volvió al salón donde Rogelio había preparado su ropa de Master. Cogió de un armario su látigo de nueve colas, con un látigo largo y una fusta. Y volvió al establo.

Y allí estaba contemplando aquel cuerpo a su merced, dispuesto a convertir a aquella orgullosa hembra en la esclava más puta de cuantas habían pasado por sus manos.

Volvió a mirarla detenidamente, seguía con la cabeza vencida hacia delante y los ojos cerrados, en los oídos de francés aún sonaban sus gritos de piedad mientras la forzaba sobre el sillón.

Lanzó un agudo silbido y al momento apareció Rogelio: " que desea Sr. ".

" Átale bien separadas las piernas, y traerme para afeitarla ". Jeny dio un respingo al escuchar esto " no me afeites por favor, te piedad ". Francesc la miró sorprendido " no me hables zorra, sólo hablarás cuando tu amo te lo diga " y cogiendo el látigo largo de encima de la mesa, le cruzó la espalda de arriba abajo.

El alarido de la mujer resonó en el establo.

En ese momento llegó Rogelio con jabón de afeitar y una cuchilla, se dirigió hacia donde estaba la mujer y tirando de la cuerda la elevó unos centímetros más sobre el suelo.

Después le colocó unos grilletes en los tobillos y los ató fuertemente con las piernas muy separadas a sendas columnas a ambos lados del establo.

" Te concedo el honor Rogelio " dijo Francesc dándole los utensilios para afeitarla " Gracias señor ".

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