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domingo, 31 de enero de 2010

DIARIO DE UNA MUJER CASADA (IV)

Navidad 96

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Y por fin llegó Papa Noel con su bastón...

La verdad es que he tenido un Otoño super movido, puesto que en temas de trabajo ha sido bastante duro, pero como cada año al llegar Diciembre la gente se reúne a comer y tomar copas.

Este año mi marido volvió a decirme que si me iba a comer que luego lo celebrara con Jose...

"no sé si lo veré..." le dije, "pues ahora que está en otro departamento coincidimos poco"

No volvimos a hablar del tema, hasta el día 24. Como cada año, ese día trabajo hasta el mediodía, pues a las 12 nos dejan salir, y como siempre quedamos a tomar algo, mi marido se hace cargo de los niños y los lleva por ahí a comer y ver los adornos.

El día 23 me llamó Jose para decirme que si después de tomar las copas con todos podíamos vernos, pues hacia mucho que no charlábamos... le dije que bueno.

El 24 por la mañana mientras me vestía, pensé en que quizá podía ser el día definitivo, así que traté de ponerme la ropa más sexy, por dentro y por fuera, que pude.

Mi marido estaba durmiendo cuando salí muy temprano para el trabajo.

A media mañana le llamé para decirle que después de las copas había quedado con Jose "Suerte¡¡¡" me dijo al colgar.

Tomamos las copas de rigor y yo no sé si por la tensión el caso es que nunca bebo alcohol, pero me tomé dos finitos... y me puse un poco contenta... los compañeros alucinaban pues es la primera vez que me veían así y lo celebraron.

Cuando ya terminamos cerca de las 3 de la tarde, José como siempre se brindo de cara a los demás a llevarme a casa.

Subimos al coche y al poco de arrancar me miro: "Estas guapísima y te brillan los ojos..." me dijo acariciándome disimuladamente el muslo. Yo le sujete la mano y se la lleve entre mis piernas, me miró sonriendo, pero no dijo nada.

Yo estaba empapada y un poco mareada, pero me di cuenta de que no íbamos hacia casa, "Donde me llevas... ?" le dije melosa... "A un sitio especial para una mujer especial..." dijo acariciándome con la mano derecha la espalda y los hombros.

Salimos a la carretera y al poco tiempo nos paramos en un edificio

Era un edificio de apartamentos en las afueras de Madrid. Tenía un jardín delante uy un pequeño parque, con una piscina que sin duda en verano estaría llena de gente. Un cartel "se alquilan apartamentos" me llamó la atención.

"Quédate un momento en el coche, ahora vuelvo" me dijo Jose. Unos minutos después volvía con una llave del parking "ya está" dijo, poniendo el coche en marcha. Metió la llave en la cerradura del parking y al puerta electrónica se abrió, "plaza 23" le oí murmurara. Después de recorrer un rato el parking dimos con la plaza y aparcó. Se bajo del coche y fué solicito para abrirme la puerta yo me baje como anonadada. Nos dirigimos a un ascensor, el siempre delante, y tras entrar en él marcó un piso, el 2.

En breves minutos estabamos ante un largo pasillo lleno de puertas, avanzamos por él, hasta llegar a una puerta, la 23. Introdujo la llave y me hizo pasar. Estaba obscuro, pero tras encender la luz y cerrar la puerta comprobamos que el apartamento era amplio, impersonal, pero acogedor. Yo soy muy curiosa, así que de inmediato fui a subir la persiana correr las cortinas y ver el cuarto de baño. "Tiene minibar y TV" le oí decir desde el salón. Salí del baño y vi una puerta que daba al salón, la abrí y allí estaba el dormitorio, con una amplia cama de matrimonio, dos mesillas de noche, y unas sillas. El llegó por detrás y me cogió en volandas llevándome hasta la cama donde me depositó suavemente..

Me quedé allí, mirándole, mientras cerraba la puerta del dormitorio. Nos miramos a los ojos, y el vino hacia mí.

Yo llevaba aún el abrigo puesto, me levantó suavemente con una mano de la cama y me quito el abrigo situándose tras de mí. Luego fue quitándome la chaqueta, dejándome tan sólo con la blusa y la falda negra de terciopelo, bastante corta por cierto. El se quitó la chaqueta y la corbata, mientras yo de pie frente a la cama pensaba en que había llegado el momento. Me volví y le desabroché la camisa despacio, mientras él hacia lo mismo con mi blusa mirándonos a los ojos. Me beso largamente metiendo su lengua en mi boca, mientras acabábamos de quitarnos las camisas, y me vi allí en sujetador, por cierto uno negro de encaje, bastante justito que me había regalado mi marido hacia unos meses y que iba a juego con un liguero, las medias negras y un diminuto tanga. Empece a desabrocharle el pantalón, mientras él bajaba la cremallera de mi falda, para entonces yo estaba ya totalmente empapada y al deslizar el pantalón al suelo puede ver que su polla luchaba por salir del calzoncillo. Me cogió en brazos y me depositó suavemente sobre la cama, mientras yo admiraba su polla aún dentro del slip.

Me miro tiernamente y entonces fue cuando yo me incorporé y bajándole el slip me metí su verga en la boca.

Él empezó a acariciarme los hombros y fue bajando inclinado sobre mi hasta liberar el cierre del sujetador y dejar mis tetas al aire, que de inmediato comenzó a besar y a sobar con autentica fruición. Para entonces su polla crecía y crecía dentro de mi boca. Paré un momento y le hice retirarse de la cama, luego me puse de rodillas ante él y mientras me acariciaba la cabeza seguí chupando aquella hermosa polla que en unos minutos estaría ¡por fin! Dentro de mi coño. Me hizo levantar y fue bajándome el tanga dejándome sólo el liguero y las medias. Me miré en el espejo que había detrás de la puerta y me sentí una autentica puta, pero no me importaba. Le empuje suavemente sobre la cama y volví a meterme su polla en la boca, ahora el tumbado boca arriba y yo totalmente tumbada sobre el pero con su polla en la boca. Estuve así bastante tiempo mientras el convulsionaba de place a cada lametazo mío, hasta que me dijo "para que no aguanto más y te voy a follar"

"Soy toda tuya..." le dije tumbándome boca arriba en la cama a su lado, entonces se colocó sobre mí, y aquel super lubrificado aparato fue suavemente entrando centímetro a centímetro en mi coño chorreante.

Cuando estuvo todo dentro comenzó un rítmico mete saca, llegando a sacarla suavemente del todo, para tras una pausa que a mi se me hacia terna, volver a metérmela hasta dentro con fuerza y volviendo cada vez con mas fuerzo a enterrarla toda dentro de mi, sintiendo yo que me llegaba muy dentro. Así estuvimos un rato, hasta que decidió parar y me hizo volvérsela a chupar, pero esta vez sentada en la cama y el de rodillas sobre la misma ante mí. Pasados unos minutos aquel aparato, que era muy diferente al de mi marido, estaba cada vez más duro. Fue entonces cuando me hizo poner a cuatro patas y agarrándome de las tetas, volvió a sepultar su polla en mi coño, empezando un lento ir y venir, que en cada envite era mas fuerte, mientras yo me acariciaba el clítoris tratando de llegar a mi primer orgasmo.

Tuve un par de ellos antes de que él golpeando cada vez con más fuerza, se corriera dentro de mi coño, para acabar aplastándome contra la cama con su dulce peso, mientras me mordisqueaba las orejas y me decía que efectivamente follar conmigo era maravilloso.

Después de un momento unidos por nuestros sexos, nos separamos y nos quedamos tendidos sobre la cama. Luego él fue al minibar y trajo una botella de Benjamin con dos copas, la abrió y tras repartirla me dio una copa. Me semiincorporé y le bese largo rato en la boca mientras nuestras lenguas trataban de ganar la garganta del otro. Luego nos bebimos en silencio el cava. "Ha sido fantástico..." me dijo. "Para mí también Jose" le dije, "no sabes cuanto he deseado este momento en los últimos mese a pesar de nuestra distancia, y más sabiendo que estabamos destinados antes o después a follar". Se quedó sorprendido por esa palabra en mi boca. Luego me dió otro largo beso. "Vamos a la ducha?", "Si" le respondí. Me quité el liguero y las medias, mientras oía como abría la ducha, en unos segundos estuve junto a él. Nos enjabonamos en silencio y luego el agua fue deslizándose por nuestros cuerpos.

Pero estar tan cerca y no enredarse es difícil, así que unos minutos después note como su aparato volvía a empinarse, así que bajo la ducha me agache y volví a introducírmelo en la boca, hasta notarlo nuevamente dispuesto para perforarme. No dijimos nada, simplemente me volví me apoyé contra la pared de la ducha y abriéndome de piernas le ofrecí mi culo. Tardó en reaccionar, luego me dijo que nunca había pensado en darme por el culo, ni siquiera pedírmelo, pero que ante mi ofrecimiento decidió complacerme. Al principio me dolió un poco, siempre me duele incluso haciéndolo a menudo con mi marido, pero luego fui sintiendo su polla atravesar mis entrañas y con cada nuevo empuje el dolor y el placer bajo la ducha se mezclaban, mientras él tiraba fuerte de mis riñones hacia atrás en cada envestida y mis manos sobaban con desesperación mi clítoris en busca de nuevos orgasmos.

Creo que tuve un par de ellos más antes de sentir su caliente liquido atravesar mi ano, para acabar aplastada contra la pared, con las tetas supercomprimidas y un grito de placer unísono de ambos. Nos volvimos a duchar y nos vestimos en silencio, Tras unos minutos, apuramos el champan y salimos del apartamento recorriendo el camino de vuelta inverso. Vi que en la mesa de la entrada dejaba unos billetes, y la llave del apartamento y del parking, cerrando desde fuera.

Bajamos al parking y no cruzamos ni una palabra en todo el viaje de regreso a casa. Tan sólo me acariciaba la cabeza y la espalda y yo a él. Me dejo a un par de manzanas de casa, pues le dije que quería caminar y en la despedida nos dimos un suave beso muy dulce.

Caminé hacia casa, y hasta por la noche, cuando estabamos en la cama, no le conté a mi marido, todo lo sucedido. Como imaginaba cuando termine de contárselo, se puso sobre mi y me folló tiernamente "ves como no es tan malo follar fuera de casa?" fué lo único que me dijo cuando terminamos.

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