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lunes, 8 de marzo de 2010

LA ESPOSA DE MI EMPLEADO (II)

LA ESPOSA DE MI EMPLEADO (II)


Así que la situación prometía y me estaba ya poniendo muy caliente.

La observé detenidamente con descaro, buscando su complicidad mientras imaginaba mil y una formas de follarla en cualquier lugar en cualquier circunstancia, mi situación era de superioridad e incluso sentía el deseo de arruinar su reputación para hacerla mi esclava.

Estaba sentada a pocos metros de mí, como ensimismada en algo y de vez en cuando hablaba con su marido, al que por un lado envidiaba por gozar de aquella hembra pero por otro odiaba precisamente por eso.

Cada uno de los directivos fue haciendo su presentación, mas o menos graciosa o incluso personal, y cuando le llego el turno a su marido este no dijo nada que no supiera yo ya de su trabajo, de su amor a la familia, a la empresa… esperaba el momento en el que debía presentar a aquella hermosa jaca que muy pronto temblaría bajo mi monta salvaje.

“Pero ahora quiero presentarles a mi amada esposa, Anna María” dijo inclinándose hacia ella, que se ruborizo mientras se ponía en pie.

Su voz me encandilo, una voz suave, melosa, pero me sorprendió su energía, era sin duda una mujer de carácter con lo cual el juego se prometía más excitante pues para un buen domador los ejemplares con bravura y energía son los más gozosos de domar.

No preste mucha atención a lo que decía, me interesaba aquel cuerpo no su espíritu, y lo mire con descaro una vez más, atrayendo su atención al fijarme con descaro en su pecho, o mirándola a los ojos, notando su turbación.

Su energía inicial fue declinando según notaba mi insistente mirada que la desnudaba literalmente, y decidió terminar con un rápido “por eso estoy aquí junto a mi marido para integrarme más en su trabajo y su empresa”

No sabes cuánto, pensé yo mientras lo presentes aplaudían.

Se me hicieron eternos los demás discursos y presentaciones y note, eso sí, que con mucho era la hembra más deseable y la mejor de todas las presentes incluidas algunas empleadas de la empresa que seguro caerían a mis pies rendidas si me lo propusiera, pero con la mujer de mi asistente ya tenía bastante, era aquella latina de ojos verdes y melena castaña, la que hacía por ahora vibrar mi polla, y digo por ahora pues sin duda antes del anochecer mi aparato tomaría posesión de aquel cuerpo cuya blancura sin duda también era atractiva.

Un nuevo intermedio antes de empezar las actividades del día, y note que ella se alejaba de donde yo estaba aunque no me perdía de vista, mientras su marido le presentaba a otras esposas de compañeros o alguna empleada.

Algún empleado note también que intentaba una aproximación, pero no sabía que aquella mujer era coto privado y más le valía no intentarlo si quería conservar su trabajo.

Me fui aproximando hacia ella y note como se turbaba y ponía nerviosa, aquellos ojos verdes me miraban de frente pero su piel se ruborizaba y note un ligero temblor en aquellos labios en los que me fije por primera vez, configuraban una boca sin dudarlo hecha para mamar pollas por su consistencia carnosa aunque no exagerada y que pintados en un discreto tono rosado, se entreabrían sin duda para poder dejar salir el desasosiego que sentía al verme aproximar.

“Coincidimos otra vez” le dije extendiendo mi mano para tomar la suya. Ella sonrió y me tendió la suya, que note fría pero suave y que me apretó con fuerza.

“Su marido la ha dejado sola” dije inclinándome para besar su mano, “eso a veces es un riesgo” le guiñe un ojo que la acabo de alterar “pues nunca se sabe donde puede haber un buscador de tesoros” hice una pausa “como Ud.” Y acabe de besar aquella mano que perdió su fuerza ante tanto halago.

“Gracias, pero puede tutearme” dijo algo confundida.

“Gracias, tu también a mí, mi nombre como sabrás es Charles” la mire a los ojos y se me hicieron transparentes, antes de lo que pensaba estaría follando a aquella mujer.

“El tuyo es Anna María” dije con seguridad, “sangre italiana tal vez por tus venas?” me miro con asombro.

“Si mi abuelo era napolitano” y pareció relajarse.

“Salimos fuera a tomar el cava” le dije ofreciéndole mi brazo.

Pareció cortada pero asintió con la cabeza y se enlazo a mi brazo. Vi alrededor algún gesto de sorpresa tanto de hombres como mujeres que me satisfizo pues en mi deseo como dije estaba también arruinar su reputación y había dado el primer paso.

Con sendas copas de cava, de bienvenida, nos dirigimos a una terraza abierta del hotel sobre la montaña con unas magnificas vistas, aunque yo seguía mirándola intensamente e incluso baje con descaro mis ojos hacia sus pechos, notando su inquietud, y aprovechando su proximidad para rozarlos con mi brazo al que ella se había agarrado.

No rehuyó el contacto, es mas creí notar que lo intensificaba.

Hablamos de varios temas apoyados en la barandilla, mientras apurábamos nuestra bebida.

“Uff,” dijo un momento “yo no suelo beber alcohol y esta copa ya se me ha subido” y se echo a reír.

Genial, pensé yo, otro punto débil, el alcohol.

Se la veía relajada y comunicativa, me hablo de sus hijos, de sus estudios, y de su trabajo… que era de freelance como publicista para varias empresas, por lo cual trabajaba mucho desde casa.

Ahora entendía su buen gusto para la ropa y el nivel de esta pues eran dos los sueldos y seguro que ella era más independiente.

Nos interrumpió su marido de pronto, volviendo a saludarme casi servilmente, para decirme que se empezarían las actividades antes de la comida.

“Veo que estas en buenas manos, cielo” dijo al vernos juntos, “Charles, me dijo el Director General que le buscara pues le había vistos salir del salón con mi esposa”.

Como deseaba todos se habían fijado en mi salida del salón con ella y con la fama de don Juan que tenía en la empresa, ella ya estaba en boca de todos.

Ella se unió a su marido y los deje pasar delante para poder contemplar camino del salón aquel hermoso y terso trasero que en unas horas estaría en mis manos, sonreí “en mis buenas manos” recordando la frase de su marido.

Al entrar en el salón, vi alguna mirada curiosa de algunas empleadas y de algunos hombres también, sin duda empezaba la rumorología sobre mi conquista, me sentí bien.

A lo largo de los días habría una serie de pruebas por decirlo así, una de orientación por parejas en el bosque, una representación teatral en grupo, una exhibición de baile, un partido de baloncesto y otro de futbol, una sesión de cineforun, en fin, varias oportunidades de seguir compartiendo a Anna María.

Lo más inmediato sería la prueba de orientación por parejas, y el encargado de organizar el tema estaba preparando los emparejamientos así que le dije a mi asistente que le sugiriera que me emparejara con ella, mientras su mujer, la de mi asistente y actual amante, debería ir con su marido, pues ya la había aleccionado para tratar de seducirle o al menos calentarle, con la intención de que si caía, yo tendría la noche libre para gozar de aquella deseable hembra.

La prueba consistía en salir desde el hotel con una brújula unos planos y tratar de llegar a un lugar en la sierra, siempre caminando, recoger una prueba de haber estado allí y volver al hotel. Tanto la ida como la vuelta deberían ser por caminos distintos, en cualquier caso había muchas rutas para evitar la coincidencia de parejas, seriamos unas 50 personas.

Yo me dedique a hablar con algunas personas mientras se hacia el “sorteo” de parejas. Habíamos iniciado la sesión a las 9 de la mañana y en 30 minutos, sobre las 12, sería la partida, teníamos 3 horas para ir y regresar, y luego sería la comida.

“Charles” oí que decía ella a mi espalda, su voz había quedado grabada en mi memoria, pero la note algo anhelante, me volví “no te parece curioso que el sorteo nos halla emparejado?” dijo con una sonrisa titubeante y vi un destello de inquietud en sus ojos verdes.

“Sin duda el destino ha sido el culpable” dije mientras despedía a las personas con las que hablaba, “subiré a cambiarme, en 30 minutos te espero aquí abajo” dije dándole un tono un tanto impersonal que vi que le afectaba y contrariaba, lo que la hacía más deseable y… vulnerable.

“Bien” respondió cortada al ver mi, supuesta, falta de entusiasmo.

Observe a los que se alejaban, tres ejecutivos, que miraban de forma maliciosa cuando ella se separo de mi, seguía sembrando.



Cuando baje treinta minutos después me encanto lo que veía, pero trate de fingir indiferencia.

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