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sábado, 6 de febrero de 2010

CAZADA EN EL GIMNASIO (I)

Cazada en el Gimnasio (I)


La primera experiencia lésbica de mi mujer.

La pasión que mi mujer siente por los hombres de piel negra es enorme y casi preferente sobre los de piel blanca, excepto yo, a la hora de meterse con ellos en la cama. Esa preferencia quizá se ha vuelto una especie de talismán, puesto que hace un par de días, vivió su primera experiencia lésbica… con una mujer negra.

Ella suele ir al gimnasio por las tardes desde hace un par de años, alrededor de una hora siempre que puede.

El pasado viernes me dijo como siempre al volver del trabajo que iba al gimnasio. Yo como siempre la esperé trabajando en el ordenador, pero pasado un tiempo prudencial comprobé que tardaba en regresar. No suele llevarse el móvil cuando va al gimnasio y alguna vez se ha retrasado al encontrarse con alguna amiga, o en alguna clase extra de aeróbic, o una sesión más de sauna, por lo cual no me preocupé en exceso.

Pasada una hora y media largas de su habitual hora de regreso, llegó como muy excitada y feliz y me contó lo que le acababa de ocurrir en el gimnasio.

Resulta que tras terminar su sesión de aeróbic y su correspondiente sauna posterior, llegó al vestuario y le sorprendió que no hubiera nadie, se metió en la ducha y la salir vio a una chica de unos 30 años de piel negra azabache, de 1,80 metros de altura, mi mujer mide 1,70 y tiene 45 años aunque aparenta 10 menos. La chica tenía un buen cuerpo, pechos no muy grandes pero duros y bien formados, largas piernas, como de gacela me indicó, unas caderas bien proporcionadas y un pelo negro y largo que le llegaba a media espalda.

Estaba sentada en uno de los bancos dándose una crema, y miró a mi mujer con cierto detenimiento. Mi mujer se conturbó un poco al observar aquellos ojos también negros mirándola con un cierto disimulo y prosiguió secándose el pelo.

Pasados unos minutos la chica se acercó y la saludo con un tímido hola, al que mi mujer contestó, entonces la chica se ofreció a peinarle a mi mujer su pelo, ella también lo lleva largo aunque no mucho, a lo que mi mujer sorprendida accedió. Apenas habían pasado unos segundos en que la mujer negra empezara a peinarla cuando ella le acercó los labios al cuello de mi mujer y la empezó a besar sin darle tiempo a reaccionar a mi mujer, y colocándole la mujer negra sus manos en los pechos a mi mujer colocada tras ella y apretando los pechos de la mujer negra sobre la espalda de mi mujer.

Ella hizo intención de separarse, pero la mujer negra la había sujetado con suave firmeza contra el borde de los lava manos y seguía acariciándole los pechos con firme ternura mientras la besaba el cuello y la espalda.

Mi mujer sintió una gran excitación y decidió ver en que acababa aquella sensación que siendo nueva para ella no era tan desagradable como hubiera imaginado en frío.

Una vez la sintió rendida a sus deseos la mujer hizo inclinarse a mi mujer hacia delante sobre los lava manos y comenzó a besarle la espalda descendiendo por ella al tiempo que se deslizaba hacia el suelo acariciando los costados, caderas y muslos de mi mujer.

Mi mujer observaba por el espejo del lava manos, inclinada hacia adelante sobre los lava manos, como la mujer empezaba a besarle y acariciarle las nalgas y de pronto sintió una húmeda y caliente lengua que trataba de abrirse paso en su ano, mientras las manos de la mujer negra se perdían entre sus muslos y pronto sus dedos empezaron a jugar con el sexo de mi mujer.

Mi mujer estaba muy excitada y caliente y su cuerpo se estremecía ante los avances de la mujer negra tanto en el orificio de su culo como sobre su sexo.

Pasados unos minutos de máximo placer por parte de mi mujer, la chica negra la acarició por todo el cuerpo mientras se incorporaba y cogiéndola de la mano la llevaba hacia la pared del vestuario, allí la acorraló contra la pared con decisión pero con ternura y empezó a morderle los labios a mi mujer mientras la acariciaba de arriba abajo, deteniéndose en el sexo de mi mujer que pellizcaba suavemente. Mi mujer temblaba como una hoja mientras la chica negra la acariciaba y le comía la boca metiéndole la lengua profundamente en la boca de mi mujer que empezó a corresponderle en lametazos y besos.

La chica negra la abrazó y la llevó hacia uno de los bancos del vestuario donde la hizo tumbarse a mi mujer boca arriba y luego ella se sentó sobre ella haciendo coincidir sus sexos. Mi mujer estaba ya muy excitada y observaba la cara de placer de la chica, sus enormes y negros ojos estaban entornados, su boca de labios gruesos pero perfectos sonreía dejando paso a profundos suspiros y su pelo se movía cuando ella agitaba la cabeza a un lado y otro mientras cabalgaba sobre el sexo de mi mujer.

La chica se inclinó sobre mi mujer y la besó profundamente en la boca, mientras gemía de placer al mismo tiempo que mi mujer que empezaba a estar al borde de alcanzar el orgasmo. Pasados unos minutos y casi al unísono las dos mujeres comenzaron a agitarse y gemir unidas por el sexo y la boca y estallaron en un espectacular orgasmo.

La joven se levantó le dijo simplemente a mi mujer, gracias, y se fue hacia su bolsa y trajo una tarjeta con un número de teléfono apuntado, después se metió en la ducha.

Mi mujer la escuchó ducharse y fue incapaz de levantarse hasta pasados unos minutos tras los cuales la vio salir del vestuario con unos pantalones blancos y una blusa amarilla. Mi mujer se levantó lentamente como flotando aún por el placer sentido, guardó la tarjeta en su bolsa y se duchó muy despacio, sintiendo el agua tibia recorrer su piel y reviviendo mentalmente su primera experiencia lésbica… que la había resultado de un enorme placer.

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