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lunes, 15 de febrero de 2010

LA ESPOSA DE MI EMPLEADO

LA ESPOSA PUTA DE MI EMPLEADO.


Todo comenzó cuando la empresa de la cual soy vicepresidente, en USA, decidió mandarme a unas jornadas de “confraternización” en España, en concreto en una urbanización de la sierra de Madrid.

Dicha confraternización consistía en compartir durante tres días, un fin de semana con los empleados de nivel intermedio y ejecutivos de la empresa en España y sus esposas o maridos, con el fin de conocer un poco más la vida de dichos empleados.

Nada más entrar en la sala de recepción del hotel me llamo la atención: no muy alta, rubia castaña, ojos verdes, cuerpo bien cuidado, seguro que con gimnasio, piernas fuertes aunque no muy atractivas y un algo especial, sensual y sexual, que emanaba en cada movimiento.

Vestía un traje morado con ribetes blancos con escote lateral, falda corta sobre la rodilla y medias blancas muy tenues, con unos zapatos plateados de tacón no muy fino, pero que le daba un toque sexy.

Con más detenimiento me fije en su busto, proporcionado pero abundante, algo que a mí me vuelve loco en las mujeres y en un momento en que se giro, me acabo de encandilar un atractivo culo que se adivinaba primero bajo al tersa tela del vestido.

Me acerque a mi asistente y le dije que tratara de averiguar antes de la comida todo lo que pudiera sobre aquella belleza y su relación con la empresa, trabajadora o cónyuge.

Además no se la razón pero aquella mujer me daba la sensación de ser una puta en bruto, me explico, una zorra aún sin estrenar pero con muchas posibilidades de cara al futuro no sólo para mi propio uso.

Durante unos minutos mientras nos dirigíamos al comedor para el desayuno de bienvenida la desnude literalmente con la vista e imagine como me gustaría verla en aquel momento, tan solo con unas sandalias de tacón fino de tirantes y un minúsculo tanga, y si aquellos pechos que parecían firmes bajo la ropa lo eran, verlos desnudos y erguidos pidiendo guerra.

Estaba absorto en mis pensamientos cuando note que ella se fijaba en mi inquisitiva mirada y se ruborizaba lo cual me excitó aun más.

Me vino a la mente la mujer de mi asistente, una latina de piel blanca, como aquella mujer, a la que en poco tiempo había seducido sin saberlo él, y a la que obligaba a llevar solo zapatos de fino tacón como única vestimenta cuando acudía a su casa a follármela o la citaba en un hotel.

La seguí con la mirada hasta su mesa donde beso a un hombre de unos cincuentaitantos años pelo canoso, barba, bigote y gafas con un aire de cornudo ignorante de los que a mí me gustaban.

Seria él el marido y ella la empleada o al revés, pronto saldría de dudas.

Me distrajo de pronto mi asistente indicándome que debía ir a la mesa presidencial y al pasar junto a la mesa donde él estaría con su mujer, mi amante, me excite pensando en un sabroso trío con aquellas dos hembras.

Le indique por la bajo que quería toda la información sobre aquella mujer y me indico que a lo largo de la mañana me la daría.

Por fortuna mi ubicación en la sala me permitía ver de frente a aquella mujer, situada en la zona de mandos intermedios por lo cual o ella era una ejecutiva o su marido un alto cargo, pero me daba igual pues aquella hembra pronto debería estar a mi servicio total fuera como fuera.

Cuando coincidían nuestras miradas se ruborizaba mientras nuestro director general nos daba la bienvenida.

Dada su timidez aparente aproveche para provocarla contemplándola detallada y descaradamente.

La estudié mejor. Aparentaba unos 45 años, un rostro de muñeca de porcelana que parecía preservado a pesar del tiempo y su supuesta edad con un aire de juventud que incitaba a su descubrimiento y ahora pude observar mejor aquellos senos de un tamaño algo mayor de lo normal pero bien proporcionados y levantados que invitaban a perderse en ellos.

Yo tenía entonces 33 años y había preferido acudir solo a la convención excusando a mi mujer, pero justificándola con sus obligaciones con los niños y dada mi posición en la empresa el director había aceptado sin problemas mi decisión.

Por lo cual aparte de mi fin de semana con la mujer de mi asistente tenía abierta la veda de caza, y aquella misteriosa hembra era mi primer objetivo.

La observaba con descaro provocando su incomodidad mientras imaginaba mil formas de follarla, e incluso allí mismo delante de su muy pronto, sino lo era ya, cornudo marido.

Contemple despacio esa boca de un tamaño y labios ideal para una buena mamada y mi polla casi sentía ya aquellos labios mientras disfrutaba verla revolverse inquieta en el asiento imaginando que la estaba desnudando mentalmente.

Por un momento y muy a mi pesar deje de observarla para fijarme en su marido, pues hay que analizar todos los factores de una buena caza.

Le compare conmigo y sin duda saldría perdiendo, era de corta estatura, fuerte, pero con barriguita, gafas, sin duda honrado y trabajador, pero en el terreno sexual yo era muy superior a él y su mujer si sabía lo que le convenía pronto estaría en mi cama.

Tanto si él era empleado como si lo era ella, mi objetivo era claro, o ella cedía voluntariamente a mis deseos o su trabajo dependería de ello.

Mi condición de hombre de color, atractivo, bien parecido, piel de color chocolate, fuerte y musculoso a base de gimnasio, inteligente y además ejecutivo por encima de la posición de ellos, y mis dotes de seducción ya probadas y nunca fallidas durante muchos años, jugaban descaradamente a mi favor.

Volví rápidamente a fijarme en ella, pues la alocución del Presidente llegaba a su fin y yo como responsable de recursos humanos debería hablar a continuación, y comprobé que su rubor había dado paso a un gesto como de curiosidad, su cara irradiaba una sensualidad que me hacía pensar que aquella zorra tenía un enorme potencial y mucho sexo que regalar al que supiera sacárselo.

Tenía mucho estilo vistiendo, pero para mi gusto demasiado tradicional, aquel cuerpo merecía exhibirse mejor y con mas provocación y yo me encargaría de ello.

De pronto escuche mi nombre, “el señor Charles Slaughter, director general de Recursos humanos de la compañía”…

Los aplausos me arrancaron de mi ensoñamiento con aquella mujer y me levante.

“Simplemente, darles las gracias por su presencia” dije en un correcto español, pues a pesar de mi origen americano, sangre latina también corre por mis venas y mi mujer es de origen hispánico, así que conozco bien la lengua,” Espero que durante estos 3 o 4 días, logremos conocernos bien a fondo, tanto los trabajadores de la empresa como sus cónyuges…” hice una pausa y la mire fijamente a los ojos, “y que de ello saquemos un profundo conocimiento de nuestras capacidades humanas, laborales y también de disfrute y de ocio” la mire de arriba abajo “sin duda muchos de los presentes no conocen su verdadero potencial a todos los niveles y espero que cuando terminen estas jornadas todos hayamos descubierto algo dentro de nosotros que nos ayude a potenciar nuestra vida y conocer nuevas facetas para un futuro inmediato”

Mi mensaje pareció llegar a su objetivo pues su mirada brillo unos instantes y note que su pecho se agitaba algo más de lo normal aunque quizá imperceptiblemente para los demás.

Los aplausos me indicaron que la presentación había terminado y que debíamos bajar a saludar a los presentes.

Me gusta, como buen cazador jugar con mis presas, así que una vez levantada la expectación, decido dirigirme al otro extremo de la sala para empezara a saludar a los presentes. Ella me siguió con los ojos un tanto frustrada pues sin duda esperaba que me acercara a ella.

Mi juego funcionaba.

Mi asistente llego y me deslizo una nota en la mano.

Me retire a un lado discretamente y rápidamente pude leer el mensaje: “Su nombre es Anna, su marido es el responsable de relaciones públicas y comunicación de la zona centro, ella tiene 48 años (solo me había equivocado en 3) tienen tres niños, están en la habitación 609 (un seis y un nueve, 69, sería una señal?)”.

Mi asistente era muy eficiente sin duda y más aún cuando su mujer le ponía los cuernos conmigo y me daba el placer que a él le negaba.

Seguí en la zona opuesta a ella y en un momento mire hacia su mesa, allí estaba de pie, parecía más alta, una buena hembra y charlaba distraída con varias personas incluido su marido pero sin perderme de vista.

Trajeron de pronto unas grandes bandejas de pastas y pasteles y las colocaron en mesas grandes en medio de las otras con unas enormes cafeteras metálicas y jarras de leche para que los presentes fueran con su taza a servirse.

Cualquier detalle me excitaba con ella pues al ver las jarras de leche dos imágenes vinieron a mi mente, yo amamantado por aquellos deseables pechos y ella a mis pies tragando la leche de mi polla.

Por fin ella se dirigió a una de esas mesas y yo dando un rodeo hice lo propio de forma que ella no me viera llegar, y así fue, pues al no verme se volvió como buscándome… y casi chocamos.

“Perdón Señora” dije inclinándome ligeramente.

Ella ruborizada contesto “No ocurre nada, fui un poco atolondrada…” y me sonrió.

“Disculpe mi atrevimiento” dije estrechándole la mano “su nombre es?”

“Anna” contesto estrechando cálidamente mi mano. En es momento llego su marido.

“Veo que ya se han presentado” dijo tendiéndome la mano.

“De TU por favor” conteste yo sonriendo y me volví a ella “Tu marido es uno de nuestros mejores activos aquí”

Ella sonrió y su marido pareció cortado.

“Y lo entiendo pues con una mujer así no puede ser una persona mediocre”. El se quedo como cortado, a veces soy así de pronto mi lado de cazador me obliga a lanzar algún ataque a un posible rival en la caza de una pieza, y aunque sin duda el llevaba las de perder, humillarle y mostrar quien manda nunca esta demás.

“Gracias…” y se paro dudando si tutearme o llamarme por mi nombre.

“Charles…” dije sonriendo, “no te cortes…” y mire desafiante a los ojos de su mujer.

Ella me rehuyó la mirada y se puso un café, mientras su marido se excusaba, muy cortado para saludar a no sé quién.

“La leche te gusta caliente o fría” le dije a ella tendiéndole una jarra del blanco liquido…

Se ruborizo “depende de la situación…” dijo como entrando en el juego.

Me salvo la campana pues nuestro director general llego con un tío de otra delegación para presentármelo… “luego nos vemos” casi le susurre mirándola a los ojos. Sonrió turbada.

De todas formas mientras entablaba una conversación con aquel hombre que me había presentado mi jefe, un tal Joseph, así me lo recalco él, mis ojos y mi imaginación volaban detrás de aquellas curvas y mi mente detecto una contradicción en sus reacciones, pues por un lado su candorosa turbación y por otro aquel brillo en la mirada que había sorprendido un par de veces me decían, y pocas veces me equivoco, que bajo aquella apariencia de mujer decente había una autentica puta.

Me saco de mis pensamientos la voz de organización indicando que pasaríamos al siguiente evento, una presentación individual de cada uno de los presentes.

Estaba deseando verla desenvolverse en público mientras yo imaginaba como la follaría antes de acabar el día, no podía perder tiempo pues mi instinto me decía que aquella zorrita guardaba en su cuerpo la esencia del sexo puro y salvaje.

En el transcurso de la sesión mi asistente añadió más morbo al pasarme una escueta nota: “No se la conoce más hombre que su marido y es una fiel esposa y madre”. A veces Tom me sorprendía por sus informes, pero tampoco me interesaban sus fuentes.

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