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sábado, 13 de febrero de 2010

MUJER BLANCA CASADA, ESCLAVA BLANCA EN AFRICA (III)

ESCLAVA BLANCA EN ÁFRICA III



Sintiéndome esclava.


"Hola pequeña, ¿Cómo va el viaje?" Le dije que bien pero que quería mear. Le dio las llaves del cierre del cinturón a la negra grande que me hizo un gesto de que la siguiera.

Entramos en una especie de cuadra donde había unos caballos, varios cerdos y vacas, detrás de la casa, me quito la falda y la blusa y después me quito el cinturón con los consoladores y mientras yo meaba allí en medio desnuda en cuclillas ante su atenta mirada empecé a sentirme incomoda, "¿tal vez así se sentían los esclavos?" pensé.

"Let us go white slut!" me grito mientras con una manguera limpiaba el cinturón de los consoladores y me lo tendía para ponérmelo. No me pude ni limpiar, ella misma cerró el cinturón y tomándome del pelo me arrastro hacia el interior de la casa.

Al entrar en el salón los cinco hombres me miraron divertidos. Allí estaba, descalza y desnuda con el cinturón de los dildos puesto y chorreándome aún los restos de mi orina y el agua por las piernas.

"¡Arrodíllate puta!" me grito Hans. Me sorprendió, pero sin duda mi esclavitud empezaba ya a ser efectiva. Vi como el hombre mayor del avión la daba un fajo de billetes a Hans y su acompañante me empujaba a arrodillarme ante su jefe. Un gesto me indico que debía sacarle otra vez la polla del pantalón y mamársela. Estaba en ello cuando vi a Hans que haciéndome un gesto de un beso con los labios, salía con mis guardaespaldas de la casa. Oí ruido a mi espalda y antes de reaccionar un seco golpe sobre mis nalgas me hizo sentir un látigo que levantaba un ardor inesperado en mi piel.

Trate de esquivarlo y deje de mamar, lo que me supuso un enorme bofetón del negro mayor "¡sigue mamando zorra¡" grito en un perfecto castellano. Seguí mamando mientras el látigo seguía golpeando mis nalgas, mis costados y mi espalda.

La zurra siguió hasta que el hombre se corrió abundantemente en mi boca haciéndome tragar toda su leche. Me hizo levantar y paso sus dedos sobre los verdugones que el látigo había dejado en mi cuerpo, me ardían y me dolían a la presión, imaginé que para ellos debía ser excitante ver mi cuerpo marcado después de haberme oído gemir con la boca llena de la polla de aquel hombre.

La negra se acercó me cogió por los pelos y volvió a llevarme a la cuadra. Con una cuerda que colgaba de una viga me ato las muñecas y me suspendió del techo. Después con la manguera que había utilizado anteriormente me dio una ducha de agua fría por todos los rincones de mi cuerpo. Cunado el agua incidía con la presión sobre mi lacerado cuerpo la mezcla de dolor y satisfacción era indefinible.

Cuando acabo mi ducha, salio de allí. Me quede suspendida del techo, y algunos animales se acercaron a husmearme, unas cabras, unos cerdos, alguna cabra me lamió los muslos y me olisqueaban el coño tapado con el cinturón de cuero que mantenía mis agujeros ocupados.

Pasado un tiempo, la negra volvió, me desato y cogiéndome nuevamente del pelo me llevo al salón. Allí me limpio a fondo con una esponja de piedra pómez y una toalla grande y áspera, con lo que mis marcas de los latigazos me dolían al contacto con la toalla.

Una vez bien seca, me hizo poner una túnica de colores, unas sandalias y un tocado tipo turbante de lana en la cabeza recogiendo mi pelo. Me roció con una especie de perfume muy penetrante y me unto al cara con una sustancia negra, que oscurecía mi piel, después me llevo junto a a la puerta y me hizo arrodillarme con la espalda bien recta en un rincón.

Al cabo de un rato oí un coche que se detenía. Seguía siendo de noche aunque parecía empezar a amanecer. Oí voces fuera y se abrió la puerta, dos hombres fuertes negros entraron en la sala, me miraron y hablaron con la negra, esta asintió y acercándose me ato las muñecas a la espalda. Uno de los hombres me cogió en volandas y me saco de la casa. Me deposito sin miramientos en la parte trasera de una pick up, junto con varias jaulas de animales y cajas de comida. Subió a la furgoneta y arranco.

Media hora nos separaba del aeropuerto.

Al llegar a la Terminal, el conductor del camión me dio una bolsa de mano con mi documentación y poco más y con gestos me indico que entrara en el aeropuerto. El volvió al camión y se alejó.

Me sentí extraña, con la cara sucia, aquella vestimenta "africana" y sobre todo sola en aquel aeropuerto y con el cinturón de los consoladores puesto y cerrado. Noté que la gente me miraba sorprendida al ver una mujer blanca, con esas pintas. Al menos olía bien tras la limpieza que aquella mujer negra me hiciera.

Entre en el aeropuerto y mire los vuelos, el mío, de South African Airways, SA 1763 salía a las 5,30 y eran casi las 5 de la mañana, fui hacia el control de pasaportes. Para pasarlo no había mucha gente y debí esperar unos minutos.

En la cabina un guardia negro que me miro con sorpresa: "¿Vuela a Gaborone?" me pregunto en inglés sin quitarme ojo. "Sí" contesté yo tímidamente. "¿Y su equipaje?" pregunto él, "Lo facture desde Lisboa" me miró detenidamente "¿A que va a Gaborone?" me quede petrificada, no sabía que decirle, ¿placer?, ¿trabajo? ¿Le contaba que sería explotada sexualmente para un reportaje de TV?... "Voy con un equipo de TV para unos reportajes sobre la fauna del país, pero me despisté y he perdido a mis compañeros, espero encontrarlos en el avión. "¿El nombre de sus compañeros?" me pregunto mientras yo miraba el reloj del aeropuerto y la hora de embarcar se acababa.

Le di el nombre de Hans, consulto sus papeles y llamó a una policía negra que estaba fuera de la cabina. Habló algo en africano con ella y se marchó. La mujer me miró "Esta bien…desnúdate" me dijo en inglés. "¿Cómo?" pregunté sorprendida. "Qué te desnudes" casi me grito. " Perderé el avión" dije compungida. "No lo perderás tranquila, debemos asegurar tu entrega…¿te desnudas o te desnudo yo?" me dijo acercándose.

Me quite lentamente la túnica y ella me miro con gesto sorprendido el cinturón de los consoladores "¿Y eso?" pregunto. No supe que responder. Se colocó detrás de mi y me cacheo de arriba abajo, los pechos los costados, las nalgas. Toco despacio las señales de los latigazos y murmuro "buen trabajo para empezar".

Note que le gustaba sobarme. Me tomo la cara con ambas manos y mirándome a los ojos me beso en la boca con intensidad, me deje hacer y su lengua me penetro casi hasta la garganta, luego se retiro, me dio una palmada en el culo y tras contemplarme unos minutos me hizo vestir otra vez. "¡Sígueme!" me dijo. Así lo hice y me llevó por un pasillo interior.

La hora de despegar se acercaba y yo seguía allí. Estaba asustada, nerviosa y cabreada. Entramos en una sala donde había dos policías. La mujer se volvió hacia mi "desnúdate" me dijo. Intente negarme, pero me dio una bofetada "desnúdate zorra" me grito. Me desnude y los guardias me miraron sorprendidos y sonrientes, se acercaron y tras sobarme bien, se detuvieron en mi cinturón. "¿es cómodo?" me pregunto uno de ellos."Lastima que lleves eso puesto guarra, pues si no ya habrías probado unas buenas varas negras" dijeron dándome unos cachetes en las nalgas. Después la mujer les indico las señales de mi cuerpo "ya ha sido azotada, así que ira a alguna granja de esclavos" dijo sonriendo.

La mujer me hizo un gesto de que me vistiera y me hizo seguirla.

Me dejo al borde de la pista y me indicó un avión pequeño, de hélice. "ese es tu avión puta. Que disfrutes tu experiencia africana zorra blanca" me dijo mientras me pellizcaba los pechos con dureza a través de la túnica y después me empujaba hacia el avión. Una vez en él comprobé los dos moretones que me había dejado en ambos pechos.

Vi gente que subía aún por la escalerilla y como pude corrí hacia el avión. Al llegar una azafata me pidió mi billete. Se lo enseñe y me hizo subir al avión. Me llevo hacia una parte trasera, separada por una especie de reja del resto de la cabina. La gente me miraba sorprendida. En aquella especie de jaula había tres asientos y algunas cajas y utensilios. Me indico un asiento con los ojos. Me senté y me puse en cinturón de seguridad. Unos minutos después subieron dos hombres de mediana edad mal vestidos que entraron dentro de la jaula conmigo y no paraban de mirarme. La azafata echó una cortina que nos separaba definitivamente del resto de la cabina. Observe de reojo a mis compañeros de asiento. Me miraban con descaro.

Oí que el avión iba a despegar pero no había visto a Hans ni a mis amigos. Estaba asustada.

Ya había amanecido y recordaba que en el plan de vuelo, teníamos una hora de viaje hasta Gaborone. El final de la primera etapa de mi viaje se acercaba, llevaba casi 24 horas en danza. Trate de relajarme y dormir.

Me despertaron unas manos sobre mis muslos. Abrí los ojos y fui a gritar, cuando unas manos me taparon la boca. Mis dos acompañantes trataban de pasarse un buen rato conmigo. No sabían que mis entradas estaban tapadas, pero tras descubrirlo, mientras uno me tapaba la boca el otro sobaba mis tetas. Se turnaron en ambas tareas mientras hablaban en algún dialecto que yo no entendía y reían divertidos. Uno me cogió la cabeza y me obligo a meterme la polla de su amigo en la boca. No estaba muy limpia pero era grande y dura, hasta ahora las polla negras que había ido conociendo hacían justicia a la leyenda. Ni que decir tiene que tuve que comerme ambas pollas con el tiempo justo para aterrizar.

Cuando estábamos llegando se corrió la cortina, los hombres le guiñaron un ojo a la azafata. Esta me miro con desprecio, "Cuando aterricemos espera aquí, vendrán a buscarte" me dijo en tono muy seco. Y salio.

Al detenerse el avión, los hombres me guiñaron un ojo y salieron. Yo me quede sentada.

Pasados unos minutos dos hombres negros de fuerte complexión entraron en el compartimiento. Sin decir una palabra me taparon los ojos y me ataron las manos a la espalda. Uno de ellos me cogió por la cintura y me cargo sobre su hombro como un fardo. Sentí el fresco del aire en mi cara al salir del avión.

En unos minutos estaba dentro de un coche, camino de una nueva experiencia.

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